José Jiménez Pérez nació en El Arbolito y sabe que ahora es el primer Barrio Mágico de Hidalgo, sonríe y mira que este día la avenida principal está limpia, las guarniciones han sido pintadas de amarillo y los registros de las coladeras inexistentes fueron reemplazadas por llantas que también se pintaron de amarillo, las calles se barrieron y una que otra recibió una capa de asfalto para disimular los baches que se han hecho más grandes al pasar del tiempo.
José viste una playera blanca con el logo “Por amor a Pachuca” y ahí, en la calle de Reforma escondiéndose del sol abrazador, él y otros conocidos del barrio ven de lejos la ceremonia que se llevó a cabo en la cancha Popolo, en donde se entregó la denominación a este lugar en el que todos ellos nacieron y en el que los recuerdos surgen así, de una plática de banqueta.
“¡Uyyyy, este barrio si hablara qué no contaría!, pero nosotros nacimos y crecimos aquí. De chiquillos nos dejaban jugar antes de las 19:00 horas, y pues con los amigos jugábamos canicas, trompo, burro castigado que era uno de mis preferidos, pero antes trabajábamos o íbamos a la escuela primaria, acá abajo, y pues ganábamos nuestros centavos por cargar las cajas o bolsas que traía mucha gente cuando bajaba de los autobuses, porque aquí antes había una central de autobuses.
En mi familia éramos nueve hermanos; mi papá trabajaba en la mina y pues no alcanzaba el recurso para todos, así que mis hermanos y yo trabajábamos vendiendo chicles, cargando bultos, en lo que fuera y con eso ayudábamos a nuestra mamá”, dice con orgullo el hombre de 70 años.
Barrio olvidado
María Luisa Nava es una mujer de 80 años y vive en El Arbolito desde 1953. Su casa se ubica en la entrada principal del barrio en donde señala que aún hay postes de luz de aquella época en los que amarraban los burros que cargaban la leña, además de que el arco en donde inicia este barrio “lo han quitado, lo han vuelto a poner, pero ya lo dejaron así.
“Cuando me casé me fui a vivir a la Ciudad de México, pero regresé con mi hijo recién nacido y ya tiene 49 años, pero sí es un lugar que quiero y aquí me tocó vivir”, dice la mujer, quien actualmente es jubilada y poco anda por las calles de este barrio debido a una lesión en su talón de Aquiles.
María Luisa y José coinciden en que la delincuencia ha sido el mal trago para todos los que habitan el lugar y, pese a que cuando las autoridades detuvieron a los líderes del grupo delictivo llamado “Los calcetines”, disminuyó la delincuencia, pero aun así continúan los robos a transeúntes, así como de los registros de agua, “pero cada uno se va adaptando al lugar en el que vive, así que ya no nos trae de sorpresa esas noticias”, dice José.
Sí, El Arbolito lo han descuidado y gobernador que llega aquí nos ponen algo, por ejemplo, una vez nos pusieron esos aros con plantas en las fachadas, pero ya nadie las tiene, pero así es esto… ¡solo arreglan cuando vienen y ya luego se olvidan, pero esperemos que esta nominación ayude a que El Arbolito esté bonito!”, dice María Luisa.
Historias y más
Mientras continúa el evento, en el que el gobernador del estado Julio Menchaca Salazar recibió de manos del secretario de Turismo de México, Miguel Torruco Marqués, este nombramiento, las historias siguen, más vecinos se reúnen para contar las leyendas del oro que se han encontrado en casas gracias a que les envía un destello de luz, “por eso vea las casas tan grandes que tienen muchos vecinos”, o también las anécdotas sobre las peleas en el barrio que eran paradas en seco cuando algunas señoras tenían como “parque”, ladrillos y botellas de vidrio que aventaban desde sus azoteas para aventar desde lo alto hacia la trifulca que se hacían en las calles y con ello, se desvanecían después de que se contaban a los descalabrados.
También se preguntan por qué en la mina de Real del Monte y Compañía no se ha escuchado el chiflo que avienta cada mañana, y a diferentes horas del día, desde hace quince días, así como la burla de que será Barrio Mágico “porque desaparecen los autos, los registros de agua y las carteras”, dice otra vecina, quien después de reír, sabe que pese a estos problemas hay unidad en este barrio “porque por eso nos llaman barrio bravo, aquí nos defendemos y cuidamos de nuestra gente, porque esa es la magia de El Arbolito”, concluye José.