Luis ha pasado hambre, sed, frío y una tormenta a la intemperie. Tiene 67 años y los últimos cinco vive en la calle. Desde hace tres días cena, duerme y desayuna en el refugio invernal.
Supo del refugio por otra persona que también está en situación de calle. Le dijo que el 28 de noviembre lo abrirían. Luis llegó, se registró, lo revisaron y le dieron de cenar. El frío dejó de morder su cuerpo en la calle el primer día.
“Esta es la tercera ocasión que vengo”, dice luego de cenar junto a otras personas, entre ellas adultos y jóvenes. Recuerda que utilizó por primera vez el refugio cuando se instaló junto al parque Parián y después cundo se cambió frente a gasolinera Dos Caminos.
En el lugar se les da de cenar a las personas, un desayuno y se les permite dormir. Hay camas individuales, cobijas, espacios para aislamiento, para familiares y mujeres además de un par de baños.
-¿Cómo ve el refugio?-, se le pregunta a Luis.
-En cuanto a las camas y todo eso está bien, nos proporcionan cobijas, a veces pedimos dos más porque el frío está muy fuerte, ha hecho bastante.
Luis dice que en la calle ha pasado heladas en dos ocasiones únicamente con la ropa que lleva puesta a dos grados bajo cero. El hombre de mediana estatura, piel tostada y algunas canas en el cabello, viste una chamarra negra y pantalón gris.
-¿Y cómo la pasó en ese momento?
-Lo que hice fue enconcharme, abrí mi chamarra, la subí a hasta la cara y dije: lo que Dios quiera.
-¿En qué parte de la ciudad estaba?
-En Plaza Juárez, en el quiosco del jardín.
-¿Hace cuánto fue eso?
-Tiene más de dos años.
-¿Usted cuánto tiempo tiene en condición de calle?
-Ya tengo ocho años.
-¿Y cómo es vivir en la calle?
-Es difícil.
Luis cuenta que vive en la calle después de que falleció su madre que compartía su casa con una hermana, uno de sus primos se quedó con ella y la vendió. Desde entonces la ha pasado en Plaza Juárez, el Parque Hidalgo y en las colonias en donde encuentra un lugar en donde refugiarse.
“Son lugares peligrosos porque muchas veces llegan personas intoxicadas y no se puede tratar con ellas, es mejor irse”, dice, al tiempo de contar que estará solo unos días en el refugio. El lugar abrió sus puertas el pasado 28 de noviembre y cerrará el 28 de febrero del próximo año.
Luis dice que se ha mantenido en la calle juntando el plástico, lo vende y con ello obtiene un poco de dinero. También limpia autos para ganarse unas monedas. Cuenta que no es suficiente pues a veces gana para comer y otras veces solo para comprar un pan y llevarlo a la boca.
El hombre se sincera y pide a la ciudadanía que no vea mal a las personas en situación de calle pues asegura que no saben cuál es la historia por la cual se encuentran así.
-¿Cómo lo ve la gente en la calle?
-Muchos que andan en la calle tienen mal aspecto pero habemos otros que no, que no nos vean mal, que no nos señalen. Quienes tienen casa no saben lo que se pasa en las calles.
-¿Usted qué ha pasado?
-Hambre, sed y frío. Los primeros días dormía con el estómago vacío porque no conseguía absolutamente nada.
-¿Y cómo la pasó en la pandemia?
-Estuve cuatro meses encerrado con un hermano pero después me fui.
Antes de terminar de contar parte de su historia y entrar al refugio con el resto de las personas Luis dice que una vez pasó una tormenta en el Jardín de los Hombres Ilustres. Cuenta que en aquella ocasión una pareja le dio su sombrilla y con ella contuvo un poco la furia de la lluvia en la calle.