Traen consigo la receta de casa, el mejor de sus platillos, ese que gusta a la familia, que han preparado en fiestas, en reuniones, que han saboreado y ahora los comparten con los visitantes, con los turistas, a las personas que los ofrecen. Es una parte de su vida en la cocina, de su sabor y su sazón.
Son mujeres, adultas mayores, el paso del tiempo ha dejado una marca en su cuerpo y en su rostro, pero también hay jóvenes, sus hijas, nietas y no solo ellas, algunos hombres que han metido las manos en la cocina y han aprendido a hacer de comer.
Sábado, una hora antes del mediodía. Abril está en flor. La Muestra Gastronómica es así: una enorme plaza en la cabecera municipal, cubierta por un domo, sobre la plaza mesas rectangulares y a los lados de las mesas las cocineras tradicionales de Santiago de Anaya y frente a ellas sus platillos, lo mejor de su cocina para la gente, el público, los visitantes. Son más de 500 cocineras, habrá un concurso y solo una ganadora.
Los jueces, mujeres y hombres, pasan a las mesas, les hacen preguntas, prueban los guisados, anotan las evaluaciones en una hoja con lápiz. Califican originalidad, ingredientes y exposición del platillo. Las cocineras con los puntajes más altos pasan a la final, a una sección a lado de donde saldrá el primero, segundo y tercer lugar.
Acá hay víbora, está enroscada, es víbora en cazuela, lista para comer. Es el platillo de un hombre que lo muestra para la foto. Hay zorro, su cráneo está expuesto, pero queda su cuerpo en carne, cocido en cazo, cubierto de una salsa de nopal sobre pencas de maguey.
También hay cabeza de conejo, está sobre una pequeña cazuela que a su vez está en una cuchara de madera, está guisada en chile. Hay conejo relleno, lo han enchilado, lo acompañan nopales, la joven cocinera lo muestra en una cazuela y sonríe.
Quizá el platillo más exótico de la muestra gastronómica es el de una mujer que ha cubierto sus canas con tinte color vino. El guisado parece que son vísceras, pero no lo son, parece hígado pero tampoco lo es, parece intestino pero no es así, parece cueritos y tampoco son cueritos. Todo está acompañado de nopales, salsa verde, chiles y alacranes dorados. Es viril de toro.
Hay ardilla. Se ve perfectamente su cabeza, su cuerpo, su piel, su cola. Es el guisado de una mujer joven. La ardilla está hecha en salsa roja colocada sobre una cazuela. Al lado hay una canasta con tortillas, listas para probar el platillo. La joven mujer dice que el guisado es tinga de ardilla.
Pero no todo es carne. Las cocineras también traen verduras, plantas que crecen en el municipio. Sus manos guisaron tortas de garambullo, nopales con charales en chile guajillo, flor de palma en torta, nopales al vapor, quelites, frijol quebrado, habas, xoconoxtle relleno, calabaza con chile en pasilla, flor de mezquite, nopales con escamoles en salsa, tortas de nopales y flor de sábila con huevo. En total 553 platillos.
Afuera, en el mercado, los comerciantes ofrecen shawis, chapulines, escamoles, langostas y chinicuiles. Es una probadita antes de ingresar a la muestra gastronómica. Una mujer de sombrero prueba pulque en una penca de maguey bajo la mirada del tlachiquero. Nunca lo había probado. La mujer dice que el pulque está sabroso.