"Ser bordadora de Tenango es un orgullo": Susana ha llevado su arte por todo México, España y Japón

Susana vende actualmente sus Tenangos en la Feria de Pachuca, pero sus trabajos han llegado a otras partes del mundo

Susana ofrece sus bordados en la Feria de Pachuca 2024. (Alejandro Reyes)
Alejandro Reyes
Pachuca /

Susana tiene 50 años, cuatro hijos y es originaria de la comunidad del Dequeña, municipio de Tenango de Doria, en Hidalgo, allá en la Sierra. Desde hace 25 años es bordadora de tenangos.

Lo piensa un poco antes de decir su edad y cuenta que Dequeña significa “agua de víbora” en otomí. Es mediodía, el sol ha vencido las nubes y Susana acomoda su puesto en las instalaciones de la Feria San Francisco Pachuca 2024 en el Pabellón Artesanal para iniciar sus ventas.

Los Tenangos

Susana Hernández Núñez cuenta que aprendió a bordar tenangos solo viendo y que hace cerca de 12 años es dibujante de las figuras multicolores que llevan las prendas.

Los tenangos son figuras de animales como aves, flores, que son bordados con hilos de colores en la ropa desde camisas, vestidos, guayaberas, playeras y chamarras.

“El tenango, para mí, nace de ver nuestro entorno, la vegetación, los animales, pero también tiene una pizca de alebrije, imaginación, de lo que nos rodea, el tenango es una pieza única que nace a partir de nuestra imaginación y ahí va toda nuestro amor para la gente que adquiere las piezas para que las luzcan porque son piezas artesanales, únicas”, explica Susana.

Dibujar para bordar

Susana se inspira en su entorno, allá en la Sierra, para dibujar y después bordar las figuras de los Tenangos. La mujer bajita y de lentes, tiene preferencia por los colibríes en sus bordados.

“Para mí el colibrí es un ave que viene desde nuestros ancestros y que representa muchísimas culturas e interpretaciones diferentes desde que son mensajeros de nuestros seres queridos que ya no están, mensajeros del amor, para mí el colibrí va mucho conmigo”, cuenta.

Dice que el colibrí mueve sus alas rápidamente y vuelta de flor en flor y ella, cuenta, es como un colibrí que anda todo el tiempo de allá para acá. La mujer sonríe al contar la comparación entre ella y el ave.

-¿Recuerda cuál fue la primera figura que hizo para un tenango?

-Sí.

-¿Cuál fue?

-Fue como un ave, pero como uno no sabe al verlo dice: es un ave o qué es. Ríe.

-Pero los colores de los tenangos son muy llamativos ¿no?

-Sí, imitamos la naturaleza, cada uno de nosotros elegimos los colores que queremos poner, jugamos mucho con los tonos.

Susana dice que en Tenango de Doria el 95 por ciento de las mujeres se dedican al bordado de los tenangos y que incluso en otras partes del país se están haciendo este tipo de prendas bajo plagio, situación que lamenta pues baja sus ventas.

El trabajo

Susana vende sus tenangos en la ciudad de Pachuca, en Hidarte, ha ido a la Ciudad de México, a Cancún, a Sinaloa y tiene clientes de sus prendas que van desde España a Japón.

-¿Es caro el tenango?

-Por ejemplo yo una camisa la hago en tres días, la tengo en 900 pesos, si hacemos conciencia y nos ponemos a ver los días de trabajo que se lleva creo que no es caro, es barato.

-¿Y qué representa para usted ser bordadora de tenangos con todo el tiempo que ya lleva?

-Representa un orgullo, hacer un portar un tenango es parte de nuestra cultura.

-¿Qué creaciones han sido las que le han gustado?

-Yo me enamoro de mis piezas. Ríe.

-¿Y qué le dice la gente cuando compra sus bordados?

-Me dicen: wow, está hermoso, está muy bonito, muchísimas gracias por hacer estas creaciones.

Susana ha sacado a sus hijos adelante con sus bordados, tiene tres hombres y una mujer, uno es ingeniero en transportes, su hija estudia para chef y también bordadora, ellos la ayudan en la elección de hilos, en los cortes, planchar y difundir su trabajo en redes sociales. Ella, José Fabián, Javier, César Alonso y Eloísa, asegura, son un equipo.

“El tenango ha tenido mucho que ver en mi vida, nos ha ayudado muchísimo, este trabajo nos da para conocer a la gente, encontrar nuevos clientes, nuevos amigos, otras culturas”, dice.

Antes de que Susana continúe acomodando su puesto para vender sus bordados cuenta algo muy íntimo. Ella, se sincera, le habla a sus prendas. Les dice que busquen a sus dueños, que las valoren y los quieran, que les hagan “ojitos” y se vayan rápido.

-¿Usted es feliz siendo bordadora de tenangos?

-Sí, definitivamente es un trabajo que me encanta, algo bien importante es que debemos de trabajar en algo que nos guste porque si no olvídenlo. Ríe.


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