El último cuerpo de agua dulce en el Valle de México está en el municipio de Tepeapulco en el Altiplano de Hidalgo y su rescate ha sido constante para mantenerse como espacio limpio y que reciba a visitantes todo el año.
Sus habitantes son personas dedicadas a la pesca y prestación de servicios turísticos, que también conocen de la herencia prehispánica, pues a 15 minutos de distancia, entre uno y otro sitio, se ubica el sitio arqueológico del Xijuingo que en náhuatl es "el lugar de la turquesa", un observatorio ancestral en medio de las montañas.
Ambos destinos representan el principal atractivo de la entrada al Altiplano hidalguense y para llegar desde la Ciudad de México se debe tomar la ruta de la carretera México-Pachuca hasta el Arco Norte, con dirección a Puebla, y salirse en la caseta Ciudad Sahagún para tomar el camino a Tepeapulco.
Una vez en el Centro del municipio, dirigirse a la antigua carretera con dirección a Cuautepec y Tulancingo, en donde a 15 minutos se ubica la Laguna.
Tecocomulco que se extiende en más de 24 kilómetros de espacio y abarca más de 140 hectáreas de acuíferos, que son hogar de patos, garzas, carpas, ajolotes, arañas, aves y especies terrestres como el camaleón o las serpientes.
La mayor parte del año el lugar está abierto al público ya que es administrado por los pobladores y comerciantes, quienes tienen restaurantes, puestos ambulantes y renta de lanchas.
En temporada de sequía pueden llegarse a suspender los paseos en bote por los bajos niveles que pueden dañar el ecosistema, pero cuando hay lluvia se ofrecen visitas por diversos puntos de Tecocomulco, incluso una “isla” que es un pequeño cuerpo de tierra a la mitad de la Laguna.
Para comer se encuentran una decena de sitios en donde se ofrece carpa, principalmente, aunque también hay ancas de rana, antojitos mexicanos, platillos hidalguenses y los fines de semana reciben a turistas del Valle de México y estados vecinos como Tlaxcala y Puebla.
De acuerdo con investigaciones de instituciones educativas del estado, hidrológicamente la Cuenca de la Laguna de Tecocomulco se ubica en la Región Hidrológica denominada Río Pánuco, corresponde a la vertiente del Golfo de México y considerada como una de las más importantes del país, tanto por su superficie, que la ubica en el cuarto lugar nacional, como por el volumen de sus escurrimientos, que le otorgan el quinto lugar.
Uno de sus principales problemas es la erosión, que de no revertirse puede provocar la deforestación de la cuenca, en donde actualmente existe una proyección de la vida útil de 135 años a partir de 1985, es decir hasta 2119, pero con el riesgo de un comportamiento exponencial, se acotaría hasta 2045, es decir, en poco menos de 30 años.
Tierra azteca
Una vez recorrida la Laguna de Tecocomulco y degustado un platillo típico de los restaurantes ribereños, la siguiente parada es mística.
De regreso al Centro de Tepeapulco, justo en el cruce para la carretera a Epazoyucan, se toma la desviación para el sitio arqueológico del Xijuingo, espacio administrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y antiguo establecimiento de cazadores recolectores y agricultores, fundado hace veinte siglos.
Para acceder se debe conducir con precaución para no pasar de frente ya que la entrada es una brecha de terracería de 1.8 kilómetros desde la carretera hasta el inicio de los vestigios.
La influencia teotihuacana es perceptible desde el inicio del recorrido, con caminos empedrados y orientados al mismo punto cardinal.
Se puede llegar a pie o en vehículo y una vez en el sitio arqueológico, se observa la gran pirámide del Tecolote como emblema imponente, rodeado de vegetación, y una ubicación orientada a las constelaciones.
Cuenta con dos peñas decoradas con pinturas rupestres en color rojo: El Tecolote, donde aparecen hombres esquemáticos armados de varas, y Las Tres Peñas, donde se encuentran plasmadas huellas de manos humanas y otros símbolos geométricos no identificados.
En dicho sitio se puede incluso acampar, aunque no es recomendable debido a la lejanía de la zona en donde se puede solicitar ayuda ante cualquier imprevisto; pese a ello, hay personal a cargo que orienta a turistas y pobladores que residen en las inmediaciones y son parte de los vigías del INAH.
Actualmente no se puede subir a la cima de la pirámide por restricciones de preservación y cuidado, pero justo enfrente destaca uno de los cerros principales en donde se puede observar a plenitud el espacio arquitectónico en donde uno puede descansar, observar la naturaleza o simplemente relajarse un buen rato.