Luis Palafox Hernández tiene 35 años aprendiendo, haciendo y viviendo de la venta de dulces tradicionales: cocadas, pepitorias, muéganos, palanquetas, obleas, barras de amaranto, dulces de leche y más, que vende en fiestas del pueblo, en mercados o en Ferias, como es el caso de la Expo Feria Tulancingo, en donde ha podido tener buena venta.
Rodeado de abejas que buscan la miel y lo dulce de los productos, Luis señala que también tiene miel y azúcar en la sangre, ya que, desde pequeño, su abuelo hacía también los dulces tradicionales, herencia que le dejó a su hijo y papá de Luis, quien, a su vez, también le heredó este conocimiento del que vive toda la familia.
“Mi abuelito ya hacía dulces así que, ha sido una tradición que se ha pasado de generación en generación y a ellos nos hemos dedicado en tiempo y forma. Yo ya llevo haciendo dulces unos 35 años y pues desde chiquito acompañaba a mi papá a vender a Puebla, Ciudad de México, Chiconcuac, a Texcoco y hasta a la Basílica de Guadalupe”, indica, mientras las abejas rondan el caldero de cobre donde pondrá a calentar azúcar y otros ingredientes para hacer más miel.
Luis indica que inició su trabajo de forma independiente hace casi cuatro décadas, tiempo en el que se ha tenido que innovar para continuar proyectando nuevos productos y que la gente los compre.
“Nosotros hemos ido innovando porque mi papá nos enseñó lo que es a hacer la trompada, la palanqueta y preparar la miel y pues ya nada más que tenemos la materia prima, pues hemos extendido la variedad y ahora se hacen palanquetas de nuez, de pepita, cacahuate, amaranto y demás y es la misma miel, pero ya dependiendo del presupuesto, uno hace otro tipo de dulces, el garapiñado, por ejemplo, que ya no es igual”, platicó.
Indica que toda su familia se dedica a la venta de dulces, “mis hermanos, tíos, primos y uno que otro añadido, pero nos dedicamos a eso y a mucha honra podemos decir que vivimos del dulce”, expone con una sonrisa.
Explica que, la Expo Feria Tulancingo les abre las puertas a los artesanos que buscan espacios para poder vender sus productos, sobre todo después de dos años de que, debido a la pandemia, no tenían oportunidad de ofrecer y vender sus dulces, por lo que ahora aprovecha las invitaciones que le hacen para poder vender sus productos.
“De forma diaria me levanto a las 9:00 de la mañana para iniciar el proceso de producción y concluyo entre las 18:00 y 19:00 horas, dependiendo de si hay evento o no, porque vamos a eventos, ferias, fiestas, o vamos a la plaza principal de El Arenal, de allá somos, y aunque es poco, se vende algo”, dice.
Asegura que a la gente le siguen gustando los dulces, “es parte de nuestra tradición y nosotros nos sentimos orgullosos de ser parte de la riqueza de México a través de lo que hacemos y lo que se ha aprendido de generación en generación”, concluye.