Un apóstol en Pachuca y la paradoja de la libertad religiosa

David A. Bednar, apóstol de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se reunió el Consejo Interreligioso del Estado; construirán dos templos, uno en Tula y otro en Pachuca.

David A. Bednar estuvo de vista en Pachuca.
Elliott Ruiz
Pachuca /

Así como Jesucristo (según la Biblia) tenía doce apóstoles, la denominada Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene también sus doce. Ellos encabezan el gobierno de la iglesia en todo el mundo, bajo la dirección de un profeta, y viajan por todo el mundo en labor de evangelización.

Uno de esos doce, David A. Bednar, quien fuera rector de la Universidad de Brigham Young Idaho de 1997 a 2004, llegó a Pachuca en compañía de su esposa Susan. 

“Hay una paradoja en la libertad religiosa”, dijo, ante miembros del Consejo Interreligioso del Estado de Hidalgo, con quienes compartió el pan y la sal, entre ellos, el pastor evangélico Juan Ramírez Mayer, y el padre Usbaldo Castaño de la parroquia de La Resurrección, de la colonia del ISSSTE. “Si yo preservo mi derecho de adorar según mis propias creencias, tengo la obligación absoluta de defender ese mismo derecho (para las demás personas)”, aseguró. 

Esto después de que Christian Badillo, director general de la Conciencia Nacional por la Libertad Religiosa, disertara sobre los desafíos que enfrenta actualmente la libertad de culto en México, derecho plasmado en el Artículo 24 constitucional. 

“Estoy muy consciente de que lo único que se interpone entre el almuerzo y ustedes es lo que voy a decir”, bromeó Bednar, mientras su traductor se esforzaba por seguirle el paso. Enseguida, compartió con la mesa las lecciones que le han dejado el hecho de haber recorrido ya 110 países durante su apostolado: “A pesar de los diferentes tonos de piel e idiomas, la gente en todas partes es la misma. Muchas veces resaltamos nuestras diferencias y no nos enfocamos en lo que sí tenemos en común.

“No hay suficientes policías en el mundo. Hay una ley, lo que es moralmente correcto de hacer. Eso es lo que tenemos en común, que tenemos todos un sentido de responsabilidad hacia Dios, al amar y servir a otras personas”, agregó. 

Susan fue la primera en mostrar ese amor hacia los invitados. Se interesó en cada uno de ellos y nunca dejó de sonreír. “Mi trabajo es cuidar que mi esposo no se meta en problemas”, se presentó, provocando risa. 

Hidalgo, uno de los primeros estados en contemplar la llegada del “mormonismo” a México a finales del siglo XIX, hoy es objeto del interés de la iglesia, no sólo porque su líder regional, Hugo Montoya, tiene raíces hidalguenses, sino porque, en octubre de 2022, se anunció, en conferencia general la construcción de dos templos, uno en Tula y otro en Pachuca. 

“Esto es muy significativo para nuestros miembros y también es una gran bendición para toda la gente de Hidalgo”, comentó Bednar al respecto.

 “Estos son edificios hermosos, pero, más importante aún, hay un espíritu poderoso y hermoso que se siente alrededor de los templos. La gente va a ser bendecida de venir y ver la belleza de estas estructuras, y antes de que se dediquen, vamos a tener casas abiertas, e invitamos a todos a que vengan y vean cómo son por dentro”. 

A diferencia de las capillas comunes (que están por todos lados), los templos son edificaciones “más santas”, en donde los miembros de la iglesia realizan convenios sagrados como unirse en matrimonio; no hasta que la muerte los separe, sino por toda la eternidad. 

Entrar en el templo se considera un privilegio, aún entre los miembros de la iglesia, quienes tienen que cumplir requisitos de dignidad mínima como: abstenerse de sostener relaciones sexuales fuera del matrimonio; no beber alcohol, café o alguna otra sustancia adictiva; cumplir con sus obligaciones financieras con exparejas e hijos, y pagar el diez por cierto de todas sus ganancias. 

Sobre esta última condición, el Élder Bednar (como se le llama entre los miembros), aseguró que la sede de la iglesia en Salt Lake City está consciente de la realidad que viven los hidalguenses, sobre todo quienes sobreviven con un salario mensual promedio de 5 mil 210 pesos, según datos el Gobierno federal, e intentan vivir en situación de pobreza, carentes de necesidades básicas como alimentación, salud y vivienda (el 50.8 por ciento de los hidalguenses, según cifras del CONEVAL). 

Para el apóstol, las bendiciones espirituales del templo no están condicionadas por la situación económica. “El diezmo es una ley de mucho tiempo atrás. Leemos de ella en el Antiguo Testamento. No se trata de dinero. Se trata de fe en el Señor Jesucristo, y hay bendiciones que vienen a la vida de las personas si ellos guardan fielmente los mandamientos. 

“Los líderes de la iglesia viajan por todo el mundo. Estamos realmente conscientes de las circunstancias en las que viven las personas, y damos muchos recursos para que se mejoren a ellos mismos y a su condición de vida”, abundó. “Enseñamos a nuestros miembros a guardar los mandamientos de Dios, y esas bendiciones son tanto espirituales como temporales en sus vidas”. 

Tras el almuerzo, Bednar se trasladó al Palacio de Gobierno, en donde sostuvo una audiencia privada con el gobernador Julio Menchaca, de la cual, ni la iglesia ni el Estado dieron detalles. Sin embargo, se sabe que la conversación giró en torno a los templos proyectados. 

Al salir, el apóstol caminó por el Jardín de los Hombres Ilustres hasta llegar al kiosco, llevando consigo una réplica a escala del Reloj de Pachuca. Allí recibió a un grupo de hermanas locales que le obsequiaron un tenango que simbolizaba las siete estacas de Hidalgo, es decir, los siete conjuntos de barrios o congregaciones en los que se reparte administrativamente la iglesia en la entidad. Una de esas hermanas no había salido de su casa desde la llegada del covid-19. Salió sólo para ver al apóstol. 

Un perro descansaba bajo la sombra del kiosco sin inmutarse, mientras sus escoltas, dos americanos altísimos y sin cabello, alejaban a los curiosos. Las hermanas se desbordaban de la emoción, y el Élder y la hermana Bednar las abrazaban como si las conocieran de una vida anterior. 

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