Ventajas de tener la huerta en la terraza

The New York Times

Jamiah Hargins aprovechó su jardín para hacer cultivos y hoy tiene Crop Swap LA, organización sin fines de lucro que se dedica a transformar espacios sin utilizar en microplantíos.

Ginnia Hargins, integrante de la junta directiva de Crop Swap LA, en el microplantío La Salle en Los Ángeles, California
Cara Buckley
The New York Times /

En un lote en una esquina de Leimert Park en el polvoriento sur de Los Ángeles, no muy lejos de los bulevares Obama y Crenshaw, encontramos una escena curiosa totalmente distinta al resto de los jardines vecinos de pasto recortado. La exuberancia del lugar lo hace parecer una mezcla entre un paraíso campirano y un sueño del Dr. Seuss. Marañas de uvas y zarzamoras crecen en racimos sujetos a un enrejado. Frondosas filas de albahaca, camotes y mézclum brotan de jardineras elevadas.

El elemento más sorprendente son los corredores de macetas escalonadas en cuatro niveles, como literas multinivel, llenas de col rizada, repollo, rúcula, distintas lechugas, berenjenas, tatsoi y coles berza.

Este pequeño sembradío, cultivado por un genio de la jardinería de nombre Jamiah Hargins en el jardín delantero de su casa de un piso, no solo produce vegetales frescos para 45 familias de la zona, sino que, además, usa solo una pequeña fracción del agua. que necesitaría el pasto.

El sembradío, de solo 230 metros cuadrados, es el elemento central de la organización sin fines de lucro de Hargins, Crop Swap LA, que se dedica a transformar metros de espacio sin utilizar en microplantíos. Opera tres sembradíos en jardines delanteros de distintos hogares y les surten frutas y verduras orgánicas a 80 familias que viven dentro de un radio de casi 2 kilómetros, la mayoría de las cuales sufren inseguridad alimentaria. Surgida de la idea empoderante de que las personas pueden cultivar sus propios alimentos, Crop Swap LA se puso de moda y ahora tiene una lista de espera de 300 residentes interesados ​​en convertir el jardín del frente de su casa en un microsembradío.

Llenado de bolsas con frutas y vegetales en el microsembradío Asante, palabra swahili que significa “gracias”. Alisha Jucevic/ The New York Times

Sin mucha experiencia

El proyecto comenzó en 2018 cuando Hargins, que creció en bases militares y era corredor de opciones y cazatalentos, decidió cultivar su propia comida. No tenía mucha experiencia, pero sí un gran incentivo. Quería tener productos agrícolas frescos para su pequeña hija, y no había buenas opciones cerca.

Hargins construyó una jardinera con madera vieja, la llenó de tierra y comenzó a experimentar. Pasó muchas horas a la intemperie, de madrugada y por la noche, dedicado a observar cómo respondían los retoños y las plantas según el lugar del jardín en que los sembraba. “Simplemente se tomó el tiempo para poner atención”, explicó su esposa, Ginnia Hargins.

Su pequeño jardín creció a tal punto que producía tanta acelga, brócoli, coliflor y calalú que Jamiah Hargins organizó un intercambio de productos agrícolas con otros jardineros urbanos y con vecinos que tenían árboles frutales muy productivos. Decidió nombrar su iniciativa Crop Swap LA.


El proyecto creció a tres microsembradíos en el jardín del frente de tres casas ubicadas en vecindarios colindantes y se transformó en una organización sin fines de lucro.

Los miniplantíos ofrecen beneficios ambientales, pues emplean sistemas de irrigación y captación que capturan y reciclan la lluvia. Gracias a estos sistemas, los sembradíos producen millas de kilogramos de comida sin gastar mucha agua.

“Algunas personas pagan 100 dólares de agua cada mes porque riegan su pasto, pero no comen nada gracias a ese gasto, nadie obtiene ningún beneficio”, señaló Hargins una tarde reciente de principios de principios de. De pie frente a su hogar y sembradío, detuvo en varias ocasiones la conversación para hacer un gesto de saludo con la mano cuando pasaban los vecinos en su auto.

Hargins calcula que su microplantío utiliza un 98 menos de agua que el pasto que tenía antes en ese espacio. Afirmó que la familia paga solo 45 dólares al mes por el consumo de agua para su casa de tres recámaras y el microsembradío.

Ginnia Hargins, integrante de la junta directiva de Crop Swap LA, en el microplantío La Salle en Los Ángeles, California

La inversión

Hargins ya tiene instalados paneles solares en el techo para ayudar a suministrar la electricidad que requiere la casa y el sistema de riego, que incluye 35 bombas. Los vegetales se siembran en una mezcla de tierra combinada con composta, polvo de roca y otros materiales orgánicos.

Convertir un jardín en un microsembradío no es barato. Hargins recibió 4 millones de dólares en 2021 del estado, de los cuales invirtió 150 mil dólares en crear su sembradío y ampliar la organización sin fines de lucro, a cuya operación se dedica ahora de tiempo completo junto con 13 empleados. Mantener los tres sembradíos también requiere mucho trabajo, pero Hargins aseguró que vale la pena.

“Le damos un espacio a la naturaleza”, comentó, “y alimentamos a muchas familias”.

La operación de Crop Swap LA es muy parecida a la de las granjas compartidas, esquema en el que los suscriptores pagan una cuota por una bolsa de frutas, especias y vegetales frescos cada semana.

Ningún residente de Los Ángeles puede convertirse en miembro. Hargins pone como condición que deben vivir en una radio de menos de dos kilómetros del sembradío, a fin de que los alimentos sean hiperlocales y se asocien menos emisiones de vehículos con su transporte. Se les da prioridad a los ancianos, a los veteranos discapacitados, a los padres solteros, a las personas que ofrecen un hogar de acogida a niños o los adoptantes, a aquellas que viven en condiciones de pobreza y los inmigrantes recientes. Hargins indicó que alrededor del 10 por ciento de los miembros paganos con vales de comida.

Ginnia Hargins, integrante de la junta directiva de Crop Swap LA, en el microplantío La Salle en Los Ángeles, California

Destacó que, aunque los productos agrícolas crecen en jardines, no ha habido robos, fuera de algunas ardillas bribonas.

Crop Swap LA comenzó a extenderse fuera del jardín de Hargins en 2020. A su esposa, que ahora es directora de una escuela, un maestro, Mychal Creer, le comentó que tenía un jardín con pasto cultivado, pero quería ahorrar agua y tener algo más. útil que césped.

Ginnia Hargins le presentó a su esposo, que en ese momento estaba en el proceso de obtener un financiamiento de 50 mil dólares de la empresa sin fines de lucro LA2050 para ampliar Crop Swap LA. Con una inversión de 35 mil dólares, Hargins y Creer quitaron el pasto del frente de la casa de Creers e instalaron cuencas subterráneas de captación de agua de lluvia y un sistema de riego accionado con energía solar. Colocaron filas largas de mallas para formar jardineras y sembraron alrededor de 2 mil plantas. El jardín triangular y en pendiente, muy destacado por su ubicación en una intersección, recibió el nombre de Asante, palabra en swahili que quiere decir “gracias”. Atrae a transeúntes curiosos y también a insectos polinizadores y colibríes.

“Ha sido un lugar ecológico tanto para los animales como para los seres humanos”, afirmó Creer, quien renunció a su trabajo de maestro y ahora es agricultor jefe de Crop Swap LA. “Me encantaría ver que en todos estos jardines se cultivaran alimentos algún día”.
Ginnia Hargins, integrante de la junta directiva de Crop Swap LA, en el microplantío La Salle en Los Ángeles, California.


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