A mediados del mes de junio, una amenaza a un centro escolar privado de Pachuca, que al final resultó ser “una broma”, provocó la movilización policial, así como el susto a madres y padres de familia que tienen a sus hijos en la institución educativa, a lo que María Elena Martínez Alarcón, psicóloga clínica del Hospital Columba Rivera del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (Issste), señaló que la violencia debe ser detectada en las escuelas, pero sobre todo, en los hogares.
Indicó que, por desgracia, muchas personas están normalizando la violencia que se está presentado, de forma gradual y en aumento, en las instituciones del país, pero las y los alumnos que participan en actos violentos, aun tratándose de amenazas, son alertas en las que se debe poner atención.
“Debemos dejar en claro que la violencia no inicia dentro del ámbito escolar, sino que tiene que ver mucho con el aprendizaje social en donde se incluye la violencia y lo estamos viendo como un patrón ya familiarizado porque escuchamos de secuestros, robos, y violencia en las escuelas, aparte de que hay un aprendizaje social, también tenemos que revisar el maltrato a nivel familiar.
“Son puntos importantes porque no podemos considerar que tenga su origen dentro de la violencia a nivel escolar, sino que está implícito, pero lo importante es que está dentro de las raíces del aprendizaje social”, explicó.
Señaló que, a pesar de que estos actos violentos no tienen su origen dentro de las escuelas, es aquí en donde se debe manejar la observación y la prevención a una situación que llegue a perjudicar a la comunidad estudiantil, “porque pese a que en el caso de esta escuela particular que se ubica en Pachuca se dio como falsa alarma y se ha referido que fue una broma, está presentando cierto malestar”, señaló.
El acto negativo, expuso Martínez Alarcón, es lo que debe preocupar en una situación de prevención, ya que el menor de edad está presentando acciones de cierto malestar “y ya sea de forma verbal o escrita, ya tiene la intención de poner alerta a los demás y causar esta situación de malestar, de miedo, incertidumbre y zozobra, además de que se presenta cierto dolo”, indicó.
En este contexto, indicó que las escuelas tradicionalistas que ven estos actos situaciones naturales a la mejor justificadas porque “así son los adolescente o niños”, esto debe poner una alarma y hacer que acuda a un especialista para saber si no está generando un trastorno de personalidad, “es decir, que se esté generando un comportamiento que no esté siendo el adecuado dentro a su desarrollo, cultura y que no se le esté dando un seguimiento de forma continua como manera preventiva”, expuso.
Refirió que es importante que madres y padres de familia sean los primeros observadores de las acciones de sus hijos ya que también pueden estar padeciendo agresiones o violencia en su contra, “pero muchas veces ni siquiera los papás lo saben y en las escuelas es donde se detectan y para ello, se debe hacer la intervención para apoyar al menor de edad”, concluyó.
Según el “Estado Mundial de la Infancia 2021, En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia”, el análisis más completo realizado por UNICEF sobre la salud mental de los niños, los adolescentes y los cuidadores en el siglo XXI, incluso antes de la covid-19 los niños y los jóvenes ya sufrían problemas de salud mental sin que se hicieran las inversiones necesarias para solucionarlos.