Cambio de paradigma en sustentabilidad de las empresas, un hecho

Las directrices que se han utilizado para evaluar el desarrollo sostenible, requieren nuevas métricas

El desarrollo sostenible es parte esencial para fortalecer a las comunidades y al planeta. (Cortesía)
Alfonso Gasca
Ciudad de México /

Un adagio simple nos dice que “nada es para siempre”, y que todo es susceptible de ser cambiado, modificado o enriquecido de acuerdo a las necesidades que nos va marcando la realidad, y, más aún, cuando se trata del desarrollo dinámico y propositivo de las propias empresas.

A ese respecto, en un anuario de este año (The Sustainability), publicado por S&P Global, corporación dedicada a áreas de negocios e información analítica y financiera, hay toda una exposición sobre la sustentabilidad de las empresas, en la búsqueda de nuevas oportunidades de crecimiento.

Ahí mismo se sostiene la tesis de “Repensar el valor de todo”, y que nos habla del desempeño de las empresas en las economías nacionales. “De que las métricas actuales de valor se centran demasiado en medir el crecimiento y el progreso en términos de bienes y servicios consumidos y producidos", haciendo a un lado, y al mismo tiempo, los insumos y sus valores consustanciales, los activos de capital, y demás cuestiones fundamentales para un crecimiento continuo, base de la sustentabilidad.

En el mismo documento se expone: “nuestra dependencia del PIB (Producto Interno Bruto) dificulta la recuperación sostenible de covid-19”, como explica Joseph Stiglitz, ex economista, jefe del Banco Mundial y premio Nobel, y expresa: “lo que mides afecta lo que haces”.

Poniendo atención en esto, y según entendemos, evaluar la sustentabilidad de las empresas a partir del PIB, que nos expresa valores monetarios de la producción de bienes y servicios, no genera en sí mismo, bienestar social y ambiental. En ello reside, según se entiende, la importancia de que se implementen nuevas y mejores mediciones que consideren el impacto, por ejemplo, al medio ambiente y la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático, la contaminación, la igualdad de género, el trabajo y los ingresos y la equidad social, entre otros, para con ello, y esto es lo más relevante, se formen y se construyan sociedades más sustentables e inclusivas, y así sacar del camino a la pandemia que hoy tanto nos agobia a todos.

Asimismo, en dicho anuario, se menciona a las empresas mejor evaluadas en sustentabilidad en el mundo. Ahí aparecen seis compañías mexicanas: Banco Santander, que trabaja en garantizar el acceso a servicios financieros de calidad y ofrecer servicios que se adapten a las necesidades comunitarias; Cemex, que desarrolla soluciones de infraestructura resilientes y promueve el empoderamiento de comunidades en su entorno; Coca-Cola Femsa, que contribuye con los objetivos y metas de desarrollo sostenible, trabajando con gobiernos y ONGs en la reducción de contaminantes; Fibra Prologis, que impulsa el trabajo con organizaciones comunitarias con iniciativas ambientales y de educación; Fibra Uno, que promueve seis líneas de acción: capital Humano, ética, RSE, Eco-eficiencia energética, y emisiones; y Orbia Adance Corporation, involucrada en la industria de la construcción, y de productos químicos, que impulsa, junto con gobiernos y sector privado, compromisos en el cuidado del agua y en la evaluación de riesgos climáticos, entre otras acciones.

Estas evaluaciones nos indican la importancia que tienen actualmente para las empresas estas nuevas directrices sobre sustentabilidad, para así fortificar a las economías, junto con sus comunidades, de todo el planeta.

Por otro lado, y como un fenómeno relevante, sui generis, en México han nacido nuevas empresas, innovadoras y creativas, surgidas principalmente del emprendimiento, cuya principal beta o visión es la de empoderar la marginación humana y comunitaria, así como el de cuidar del medio ambiente a la hora de producir materias primas que vienen de la tierra. A estas empresas se les ha denominado “Empresas Tipo B” que están comprometidas con la sociedad y el medio ambiente, la transparencia, y con procesos de mejora permanente.

El cambio de paradigma de sustentabilidad en ellas para llevar a cabo sus negocios es el principal motor que las mueve y las distingue. Así tenemos a Carla Fernández, una marca en el diseño de ropa que ha ganado reconocimiento internacional por su acercamiento en preservar la rica herencia cultural de las comunidades mexicanas; Pixzas, una empresa gastronómica de pizzas, a base de maíz, de impacto social en el empoderamiento de sectores marginados; Rayito de Luna, otra empresa, productora de aceites naturales, cuyas materias primas provienen de pequeñas comunidades que producen aceites de coco, jojoba, almendras dulces y aguacate; SOMEONE SOMEWHERE, que trabaja con miles de artesanos que viven en la vulnerabilidad; y para finalizar: BUNA, empresa que busca las mejores materias primas, entre los agricultores mexicanos, con prácticas agro-ecológicas, para compartir el mejor café.

Ante los nuevos tiempos, las nuevas propuestas que se están generando, con respecto a la sustentabilidad de las empresas, son verdaderamente importantes para un futuro mejor y más sostenible.

RRR