Un adagio simple nos dice que “nada es para siempre”, y que todo es susceptible de ser cambiado, modificado o enriquecido de acuerdo a las necesidades que nos va marcando la realidad, y, más aún, cuando se trata del desarrollo dinámico y propositivo de las propias empresas.
A ese respecto, en un anuario de este año (The Sustainability), publicado por S&P Global, corporación dedicada a áreas de negocios e información analítica y financiera, hay toda una exposición sobre la sustentabilidad de las empresas, en la búsqueda de nuevas oportunidades de crecimiento.
Ahí mismo se sostiene la tesis de “Repensar el valor de todo”, y que nos habla del desempeño de las empresas en las economías nacionales. “De que las métricas actuales de valor se centran demasiado en medir el crecimiento y el progreso en términos de bienes y servicios consumidos y producidos", haciendo a un lado, y al mismo tiempo, los insumos y sus valores consustanciales, los activos de capital, y demás cuestiones fundamentales para un crecimiento continuo, base de la sustentabilidad.
En el mismo documento se expone: “nuestra dependencia del PIB (Producto Interno Bruto) dificulta la recuperación sostenible de covid-19”, como explica Joseph Stiglitz, ex economista, jefe del Banco Mundial y premio Nobel, y expresa: “lo que mides afecta lo que haces”.
Poniendo atención en esto, y según entendemos, evaluar la sustentabilidad de las empresas a partir del PIB, que nos expresa valores monetarios de la producción de bienes y servicios, no genera en sí mismo, bienestar social y ambiental. En ello reside, según se entiende, la importancia de que se implementen nuevas y mejores mediciones que consideren el impacto, por ejemplo, al medio ambiente y la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático, la contaminación, la igualdad de género, el trabajo y los ingresos y la equidad social, entre otros, para con ello, y esto es lo más relevante, se formen y se construyan sociedades más sustentables e inclusivas, y así sacar del camino a la pandemia que hoy tanto nos agobia a todos.
Asimismo, en dicho anuario, se menciona a las empresas mejor evaluadas en sustentabilidad en el mundo. Ahí aparecen seis compañías mexicanas: Banco Santander, que trabaja en garantizar el acceso a servicios financieros de calidad y ofrecer servicios que se adapten a las necesidades comunitarias; Cemex, que desarrolla soluciones de infraestructura resilientes y promueve el empoderamiento de comunidades en su entorno; Coca-Cola Femsa, que contribuye con los objetivos y metas de desarrollo sostenible, trabajando con gobiernos y ONGs en la reducción de contaminantes; Fibra Prologis, que impulsa el trabajo con organizaciones comunitarias con iniciativas ambientales y de educación; Fibra Uno, que promueve seis líneas de acción: capital Humano, ética, RSE, Eco-eficiencia energética, y emisiones; y Orbia Adance Corporation, involucrada en la industria de la construcción, y de productos químicos, que impulsa, junto con gobiernos y sector privado, compromisos en el cuidado del agua y en la evaluación de riesgos climáticos, entre otras acciones.
Estas evaluaciones nos indican la importancia que tienen actualmente para las empresas estas nuevas directrices sobre sustentabilidad, para así fortificar a las economías, junto con sus comunidades, de todo el planeta.
Por otro lado, y como un fenómeno relevante, sui generis, en México han nacido nuevas empresas, innovadoras y creativas, surgidas principalmente del emprendimiento, cuya principal beta o visión es la de empoderar la marginación humana y comunitaria, así como el de cuidar del medio ambiente a la hora de producir materias primas que vienen de la tierra. A estas empresas se les ha denominado “Empresas Tipo B” que están comprometidas con la sociedad y el medio ambiente, la transparencia, y con procesos de mejora permanente.
El cambio de paradigma de sustentabilidad en ellas para llevar a cabo sus negocios es el principal motor que las mueve y las distingue. Así tenemos a Carla Fernández, una marca en el diseño de ropa que ha ganado reconocimiento internacional por su acercamiento en preservar la rica herencia cultural de las comunidades mexicanas; Pixzas, una empresa gastronómica de pizzas, a base de maíz, de impacto social en el empoderamiento de sectores marginados; Rayito de Luna, otra empresa, productora de aceites naturales, cuyas materias primas provienen de pequeñas comunidades que producen aceites de coco, jojoba, almendras dulces y aguacate; SOMEONE SOMEWHERE, que trabaja con miles de artesanos que viven en la vulnerabilidad; y para finalizar: BUNA, empresa que busca las mejores materias primas, entre los agricultores mexicanos, con prácticas agro-ecológicas, para compartir el mejor café.
Ante los nuevos tiempos, las nuevas propuestas que se están generando, con respecto a la sustentabilidad de las empresas, son verdaderamente importantes para un futuro mejor y más sostenible.
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