Juegos para PC, Xbox, PS4, PS Vita, Switch y Nintendo 3DS. Las opciones son relativamente pocas pero las últimas novedades en consolas, accesorios y videojuegos dejan a los equipos caseros como obsoletos en poco tiempo. Es cuando la obsesión se afianza en la frase de renovarse o morir.
El 29 de agosto se conmemora internacionalmente el Día del Videojuego y aunque parezca superficial, la tecnología ha creado toda una comunidad en torno a las consolas y sus jugadores que pueden ser niños, pubertos o adultos que superan los cuarenta. Éstos se reconocen dentro de la aldea global interconectados para crear su propio mundo.
Los gamers se vuelven todo un espectáculo a través de torneos, hoy más que nunca virtuales, donde existen personajes idolatrados; especie de semidioses con diseños exclusivos de artículos especiales que cuestan una verdadera fortuna.
Quién es un gamer
Se dice que no hay gamers que no hayan pasado por su fase “otaku”, término que se emplea popularmente en Japón y en otros países, y que se ha convertido en el sinónimo ideal para describir a la persona apasionada por el anime o manga.
El término emergió de un ensayo escrito en 1983 por Akio Nakamori en la revista manga Burikko.
Los gamers llevan su afición demasiado lejos y algunas veces alcanzan una popularidad inusitada que les hace ganar millones de pesos en tanto que otros cumplen satisfactores de exclusividad altamente onerosos.
Desde computadoras para jugadores, sillas especiales, consolas y bocinas que, juntas, pueden sumar el coste de una digna remodelación de la casa.
Enfermera de día, gamer de noche
Alejandra tiene 24 años y es una chica en plenitud laboral. De día se desempeña en un hospital como enfermera y de noche juega algunas horas como gamer de consola. Ella dice que su novio también juega e igual algunos amigos, pero no es algo que defina su círculo social.
“Los juegos más populares son los mismos: Warcraft, Fortnite, Apex Legends, el Call of Duty, es lo que más se está jugando, que están arriba de los mil pesos”.
Ella ha tenido que implementar medidas sanitarias extremas en su casa para evitar que su familia esté en riesgo por el coronavirus. Después de bañarse y cenar, se va a su recámara a jugar un rato. Así ganó un torneo casual sobre un juego ya considerado antiguo, el Street Fighter, por lo cual le regalaron un control de Xbox 360 y una membresía Gold por medio año.
“No son torneos oficiales como tal. Se organizan dentro de la misma comunidad, entre amigos; ellos organizan, hacen los servidores, dan los premios, incluso a veces cobran la entrada y dependiendo de las personas que entren es el premio final. Muchas veces se pueden conocer en persona pero la mayoría son de otros estados del país o hasta de Estados Unidos”.
Romper barreras del lenguaje
La comunicación en estos espacios se diversifica y Alejandra afirma que los participantes pueden aprender otros idiomas.
El inglés lo perfeccionó al practicar la conversación con otros jugadores. Además cuando era niña casi todos los juegos eran en inglés y ahora que puede intercambiar con personas en línea, práctica con frecuencia aunque dice, se deben imponer límites en la convivencia virtual por motivos de seguridad.
“Nunca digo de dónde soy exactamente si no los conozco, digo que soy de México solamente, también trato de no dar datos, nombre completo, ni redes sociales o mi número de teléfono o dirección”.
Estas medidas no siempre son tomadas en cuenta por los jugadores más pequeños y Alejandra dice que se puede ver que tampoco en casa los vigilan, lo que podría ser peligroso. La interacción también puede ser delimitada si se observa la clasificación de los videojuegos pero se sabe que un vendedor muchas veces no le dirá a los papás que lo que compran no es apto para menores.
RCM