Cuatro años después de ganar el Oso de Oro por 'Un polvo desafortunado', el rumano Radu Jude regresó hoy a la competición de la Berlinale con 'Kontinental'25', un filme rodado con un iPhone y en solo diez días, que mezcla ficción y elementos documentales.
El realizador quería de alguna manera regresar al espíritu de los hermanos Lumiére y pensó cómo rodarían ellos si no tuvieran una cámara. Eso le llevó a un teléfono y a una puesta en escena muy sencilla, con planos fijos, explicó este miércoles en rueda de prensa.
"Quería ir directamente a la esencia de la historia", apuntó Jude, que tuvo un presupuesto muy bajo, lo que añadido a la falta de tecnología asegura que fue "una liberación".
Kontinental 25
La película se inspiró en algo que sucedió hace años y que es real. Una mujer que trabajaba para los servicios sociales fue a desalojar a un hombre que ocupaba ilegalmente una sala de calderas de un edificio para trasladarlo a un albergue.
Le dieron unos minutos para recoger su cosas y cuando volvieron a buscarle, se había ahorcado.
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Esa idea le rondó en la cabeza durante años hasta que encontró la estructura para contarla -"con la ayuda de Rossellini", confesó- y lo hizo mezclando la ficción de la historia con muchos planos de edificios en estilo documental, que aportan fluidez y poesía a la película.
Jude buscaba mostrar la culpabilidad de la mujer -interpretada por Eszter Tompa-, una húngara que vive en Rumanía, lo que también aporta un lado social a la historia, que se desarrolla en una ciudad de Transilvania.
Lo hace desde el punto de vista de que está realmente fuera de lugar debido a la situación que la rodea, con problemas mucho más graves que el suyo.
Y pensó en Chejov y en la idea de que con su obra demuestra que cada ser humano tiene un lado estúpido y ridículo, para introducir la comicidad de la protagonista y del resto de los personajes que la acompañan en su recorrido de expiación.