Una tarde en el Estadio Azul para la memoria

Cruz Azul vivió su último partido en el Estadio Azul; los aficionados celestes disfrutaron del encuentro, con triunfo para La Máquina

El Estadio Azul vivió su último partido de futbol (Imago7)
Eduardo Espinosa
Ciudad de México /

El resultado era lo de menos… no se le rendía pleitesía a ninguno de los dos equipos que estaba sobre el terreno de juego. No, el protagonista de esta nostálgica tarde era otro, ni más ni menos que el silencioso escenario que durante 22 años fungió como la casa del Cruz Azul. Sí, llegó el último partido de futbol en el Estadio Azul.

¿Qué si pudo ser haber tenido un cierre mejor? Claro que sí. ¿Qué si se lo merecía? Por supuesto. Porque al estadio más viejo del futbol mexicano –el primero que se construyó de concreto– nunca se le dio el reconocimiento que merecía. El tiempo le ganó la batalla muy pronto y lo arrumbó a un tercer plano en la capital (detrás del Azteca y el Olímpico Universitario).

Pero ahí estuvo siempre con su inmejorable vista del terreno de juego. Aquí, desde cualquier punto se podía apreciar muy bien el futbol. Y cuando Cruz Azul llegó en 1996 procuró tenerlo en buen estado, lo acondicionó para que el aficionado tuviera una mejor experiencia, aunque le faltó lo más importante…los triunfos y los títulos.

Porque el Estadio Azul se convirtió con La Máquina en el templo de la tristeza, de las tardes decepcionantes e inverosímiles. Aquí surgió el subcampeonísimo, también el verbo “cruzazulear”, y apenas hubo unos cuantos festejos, tres para ser precisos (una Liga, una Copa y una Concachampions), aunque ninguno de éstos se celebró en esta cancha. No, ésta no fue una historia de alegrías.

 “QUÉ CADA DÍA TE QUIERO MÁS…”

Faltaban más de dos horas para que comenzara el último juego de La Máquina en su estadio –frente al Morelia en esta ocasión– y las calles aledañas al inmueble estaban inundadas de fanáticos celestes. Era el ambiente digno de una Final, algo que parece ya muy lejano y ajeno para este Cruz Azul.

En la entrada principal la gente se aglomeraba para sacarse la selfie o la foto del recuerdo. El Azul nació en una época (1946) en la que las imágenes eran en blanco y negro, y tardaba días en revelarse, donde los ordenadores eran enormes y nadie visualizaba la existencia del internet; hoy, en el tramo final de su historia, este Estadio se convirtió en la estrella de las redes sociales y su último día con La Máquina se posicionó como trending topic.

Y la gente no abandonó al inmueble que llegó a considerar como su hogar futbolístico. La fecha ya se sabía desde hace un par de semanas, cuando Cruz Azul se quedó con pocas opciones de llegar a la Liguilla. Así que era el momento de despedir a su entrañable Azul, y con la mejor cara y con la mejor actitud.

Sin reproches ni enojos por las malas tardes vividas. Hoy era un día de fiesta, como esas celebraciones de pueblo en la que el ambiente nunca decae. Primero fue en el recibimiento del equipo, al que trataron como un campeón y no como el triste plantel que por séptima ocasión en estos últimos cuatro años se queda sin Liguilla.

Luego arribó la porra, con sus cánticos y su música, las calles eran azules y el estadio se empezaba a inundar con ese mismo fervor. Llegó la hora de que salieran los equipos y el mosaico se dejó ver en la cabecera norte, instantes después el estadio se inundó con una emotiva pañolada en azul, blanco y rojo. El coro era emotivo… “ole, ole, ole, ole, ola, que cada día te quiero más…yo soy celeste, es un sentimiento que no morirá”.

Así una y otra vez, después de los dos goles, al medio tiempo y, por su puesto al final del partido. Era el día para que esta afición le cantara con el alma a su entrañable Estadio Azul. Sí, por última vez; sí, por esas pocas alegrías; sí, también por las muchas tristezas; por las lágrimas, por las risas, por el coraje y por el orgullo; por las miles de historias anónimas que aquí se escribieron; en fin, por todo ese huracán de sentimientos que el futbol es capaz de provocar y que este estadio atestiguó.

ASÍ SON LAS DESPEDIDAS

Faltaban 10 minutos y el juego estaba resuelto. 2-0 a favor de La Máquina con goles de Cauteruccio y Mena, fue entonces que salieron las playeras y los pañuelos, el cántico se intensificó…”ole, ole, ole, ole, ola, que cada día te quiero más…yo soy celeste, cada día te quiero más”. El sonido local anunció la asistencia, 27 mil 253 aficionados y agradeció la presencia de los cruzazulinos. El canto se intensificó con toda la gente de pie. Los últimos minutos eran para homenajear los últimos momentos de este estadio.

El Azul por fin tuvo la catarsis que nunca experimentó con un campeonato en esta cancha. En su última tarde de existencia futbolera, la gente se le entregó por completo. Fueron uno, una misma esencia, una misma grandeza…llegó el silbatazo final y la historia se acabó. Adiós Estadio Azul.

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