Foto: Duilio Rodríguez
Trevor Smith llegó a México hace 27 años desde Inglaterra siguiendo a una mujer, quien es hoy la madre de sus hijos.
Sentado en su oficina, detrás de un escritorio grande y viejo de madera, cuenta que desde chico se interesó por las plantas. Recuerda que siempre le pedía a su mamá que le explicara cómo era que que de una semilla salía un árbol que podía llegar a medir hasta 80 metros.
Esa curiosidad infantil se convirtió en su vocación y cursó la carrera de horticultura. “Yo soy medio güey, no sé hacer nada más que trabajar en el campo con mis plantas,” dice entre risas y con un acento inglés que no lo abandona a pesar de tantos años en el país.
Perfil.Trevor Smith.
En Inglaterra, en 1970, Trevor recibió su primer pago por trabajar en el campo. “Mis manos estaban heladas después de pasar horas recogiendo papas y, con el cheque en las manos, supe que esto era para mí,” recuerda. Desde entonces todos los días va al campo. Antes en Europa y ahora en México.
Incluso ahora que es director general de su empresa, va a ver sus cultivos antes de ir a la oficina. “Una vez en la empresa, es muy difícil ver cosas propias del campo, porque tengo que hablar con los proveedores y muchas otras cosas administrativas. Mis raíces son de campo, aunque hoy pase más tiempo aquí”.
Su oficina no es una más: dentro de ella se escucha el gorjeo de muchos pájaros que se pasean de árbol en árbol dentro de su campo de 780 hectáreas en Morelos. No es el único predio que trabaja, ya que combina las siembras también con sus tierras en Campeche donde cultiva unas 300 hectáreas más.
Trevor Smith se dedica sólo a las hortalizas y siembra varios tipos de calabazas además de una variedad de pepinillo llamado ocra y que algunos en México conocen como ‘angus’.
“Mi cultivo favorito es la ocra por su valor de nicho, además de ser una comida muy sana con muchos beneficios. Además es un cultivo muy natural, ya que no es híbrido. La ocra original tiene 3,000 años y es la misma que estamos sembrando hoy. Este producto tiene muchos beneficios para los diabéticos, tiene fibra y vitaminas A, B y C,” explica Trevor.
“El trabajo en el campo es un trabajo noble y difícil, pero no me cuesta venir a trabajar. El campo es un regalo ¿Cuánta gente trabaja en cosas que no les gusta? En cambio a mí me encanta,” reconoce.
La vida rural le ha enseñado muchas cosas, sobre todo a lidiar con las expectativas y también con las decepciones: “en el campo aprendes más con los errores que con los éxitos. Con el error aprendes el triple. Un error importante es perder una cosecha,” explica.
Los cuidados
Una de las prioridades de Trevor es fumigar sus plantas con productos naturales o con químicos que sean lo menos dañinos para todo el ecosistema que le ayuda en la producción, como por ejemplo las abejas.
“Yo necesito a las abejas para la polinización de mis calabazas, principalmente. Sin ellas no hay frutos. La polinización es llevar el polen de una flor hembra y depositarla en una flor macho. Básicamente es como tener sexo sin orgasmo,” dice Trevor dando un ejemplo simpático en uno de los procesos más milenarios que ocurren en la naturaleza. Según él, el aire es otra forma en la que se pueden polinizar las plantas, pero no es tan efectivo como el trabajo de las abejas. Otra medida de protección es ubicar a las colmenas en lugares de poco tránsito para que las abejas estén tranquilas y nadie las moleste.
Las abejas son sus maestras porque “me han enseñado que somos pendejos, literalmente. Si aprendemos a observarlas, ellas nos pueden enseñar sobre limpieza, ética, orden, disciplina y productividad,” asegura.
Otro de los temas en los que ha enfocado su trabajo es en el uso preciso del agua. Sus plantíos cuentan con sistemas de riego por goteo donde logra ahorrar, según sus cálculos, hasta un 80 por ciento.
“Mis raíces son de campos aunque, hoy pase más tiempo en la oficina.”
Pero más allá de los factores naturales, el entorno humano es otro de los protagonistas invisibles del mundo del campo. “Mis papás sembraron en mí la honestidad, aunque cuando las personas dicen que son honestas son, en verdad, deshonestas. Cuando digo honesto me refiero a ser justo, y la justicia quiere decir que sin importar el tamaño, color, género o nacionalidad toda persona debe tener un lugar en el mundo. Es nuestra obligación regresarle a los que tienen menos,” dice Trevor.
Y también apuesta a la camaradería como uno de los insumos que hay que inocular en los surcos mexicanos: “los agricultores deben aprender a trabajar en conjunto y no tratando de chingarse al vecino. Hay que trabajar en unión porque el vecino te puede pasar la plaga o el herbicida. Sin una buena relación entre vecinos nos pisamos el pie entre nosotros” explica Trevor Smith, el inglés detrás de las mejores calabazas mexicanas.