Bajo la sombra del único árbol de sus 20 hectáreas, Olvín Pineda toma un cerveza bien fría.
El calor es abrumador. En la mira sólo queda rastro de todo su trabajo. Ya no hay tomates verdes ni chiles porque terminó la cosecha y llegaron las lluvias, platica el agricultor hondureño, naturalizado mexicano desde hace 10 años.
Olvín Pineda creció en medio de sembradíos de frijol, caña de azúcar y maíz. Hoy en cambio se dedica a sembrar chile poblano, jalapeño y jitomate de cáscara en Tecozautla (Hidalgo).
Al año recoge una producción de entre 120 a 150 toneladas aunque, por estar en campo abierto, el número puede variar dependiendo del clima.
En una ocasión, cuando apenas había empezado su carrera de agricultor independiente, cayó una granizada y lo dejó sin un solo jitomate, “esos son de los recuerdos que te marcan como agricultor y nunca olvidas,” explica.
Este modo de siembra también expone a la prducción a muchas más plagas que en un invernadero pero “es controlable, mientras el clima es impredecible” dice el agrónomo egresado de la Escuela Agrícola de Honduras.
Perfil.Olvín Pineda.
Según los cálculos de Pineda, hace unos 10 años los químicos “eran muy tóxicos, tanto para el aplicador como para los insectos benéficos”. Hoy, en cambio, hay más opciones que cuidan a los agricultores y también a sus aliadas en la polinización: las abejas. “Aún no hay mucha conciencia en los agricultores, y no ven la importancia de cuidarlas, tanto a ellas como a los demás insectos benéficos”, comenta Pineda. La realidad es que cuando hay poca polinización, los frutos son más deformes y los productores tienen que invertir más dinero en productos para compensar el trabajo de las abejas, “pero no es lo mismo porque lo más importante en mis cultivos son las abejas,” agrega mientras camina por su terreno.
En su caso, su método para cuidarlas es usando productos ligeramente tóxicos y hacer las aplicaciones temprano en las mañanas o muy tarde, en momentos donde las abejas no están sobrevolando los sembradíos.
La agricultura tiene dos dimensiones: el campo con los agricultores - más sus abejas- y los consumidores de los pueblos y ciudades.
Juntos determinan el proceso de inicio a fin, y también se afectan mutuamente.
Olvín Pineda ha sido testigo y partícipe de esa relación, “hoy si una fruta sale manchada o chica, deja de ser aceptable para el mercado porque los clientes se han vuelto mucho más exigentes y hay más competencia entre agricultores”.
Para Olvín, un elemento que se convierte en agente de cambio en ésta relación es, sin dudas, la tecnología: “hoy intento tener la mejor tecnología para trabajar; uso semillas híbridas o genéticamente mejoradas que resisten mejor. Ya todos estamos optando por dejar las semillas criollas.”
“La agricultura es mi pasión como para otros es el fútbol.””
Mientras toma el último trago de su cerveza bien fría Olvin agrega “estoy felíz con lo que hago. Me apasiona sembrar y siempre ha sido mi pasión. Quiero seguir creciendo como agricultor y como persona, y poder compartirle a mis hijos la importancia de convivir con la medio ambiente para que puedan ser mejores agricultores que yo”.
El sol se siente más caliente en Hidalgo.