La producción del vino y el queso son agroindustria con un crecimiento incesante en Querétaro; de hecho, forman parte del itinerario turístico más importante del estado: Ruta arte, queso y vino, que anualmente -antes de la pandemia- recibía a un millón de turistas hospedados en hoteles de la región, y la generación de cuatro mil millones de pesos.
Estos productos de alta calidad, generan residuos industriales, que investigadores del Instituto de Ingeniería (II), Unidad Juriquilla, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), están aprovechando para la generación de hidrógeno y metano, biocombustibles gaseosos útiles para producir electricidad.
Germán Buitrón Méndez, del II, encabeza un equipo de académicos que emplea el mosto o zumo de las uvas, así como su cáscara, además del suero de la leche resultante de la industrialización del queso, para convertirlos en energía para convertir a las bodegas y rancho productores en autosuficientes.
Buitrón Méndez explica que el efluente vitivinícola “lo recogemos durante la vendimia (de junio a noviembre) entre Tequisquiapan y Ezequiel Montes, zonas donde están concentradas las bodegas y viñedos, mientras que el resto del año extraemos el suero de la leche para trabajar en el laboratorio y generar electricidad con el biogás”.
A través de un video de la UNAM, el especialista detalla que ya colectados, los residuos se llevan al laboratorio del Instituto de Ingeniería, donde se procesan con microorganismos (bacterias y arqueas) en varios reactores y una planta piloto en una acción en serie.
Por el momento, la propuesta es utilizar los biocombustibles gaseosos en las propias productoras de vino y queso para hacerlas autosuficientes sin transportar muy lejos el biogás. Así, los residuos industriales son aprovechados por medio de un proceso limpio y se les da valor agregado; finalmente se produce electricidad.
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RRR