En repetidas ocasiones hemos escuchado que el amor todo lo puede y la historia que contaremos a continuación es la prueba que eso es verdad.
Nos remontamos hasta el año 1842, cuando JWC, un coronel de la caballería holandesa se casó con una mujer llamada JCPH. Las nombramos por sus iniciales ya que hasta la fecha se desconocen sus nombres.
Como toda buena historia de amor de aquellos tiempos, los enamorados tuvieron que luchar contra todos y contra todo. Él era protestante y ella católica por lo que su amor se enfrentaba a una severa crítica social.
Él la conoció y rápidamente quedó flechado. En realidad, a ella le pasó lo mismo. Su amor fue tan grande que, a pesar de cualquier adversidad y el repudio de su familia, se casaron en 1842 cuando ella tenía 22 años y él, 10 años más.
Vivieron su amor lejos de cualquier prejuicio, nada podía contra ellos, incluso la muerte. El hombre murió en 1880 y fue sepultado en un cementerio llamado Begraafplaats Nabij de Kapel in’t Zand, ubicado cerca de la ciudad de Roermond, en Países Bajos.
En aquellos tiempos, la gente era dividida por la religión; cada una de ellas tenía sus lugares designados: escuelas, centros de convivencia y por supuesto, sus propios panteones.
El hombre fue enterrado en la sección protestante como era de esperarse ya que así lo dictaba su religión; ella vivió sin su ser amado durante ocho años más hasta que también falleció. Y aunque paso sola todo ese tiempo, ellos ya tenían un plan para seguir estando juntos hasta la eternidad.
Tras su muerte, la mujer fue enterrada en el mismo cementerio, pero del lado católico, justo a la misma altura de la de su persona amada. Pero no solo fue eso, sino que las lápidas se encuentran unidad por un par de manos que atraviesan la barrera que los divide.
Este plan fue contado a un arquitecto a quien le confiaron su destino juntos.
DAG