El 13 de junio el Parque Nacional Mana Pools, Zimbabwe, se convertiría en un escenario terrorífico para un elefante, que vivía tranquilo hasta que recibió un disparo que casi acaba con su vida.
Pretty Boy, el gran elefante, fue agredido por grupo de cazadores que pretendían matarlo para quedarse con sus colmillos y traficar marfil.
Antes del ataque, la vida de Pretty Boy era pacífica, según relataron a la prensa local sus cuidadores: comía pasto y respiraba aire limpio y puro en ese lugar hasta que su paz fue interrumpida cuando los cazadores ingresaron al Parque Nacional para matarlo.
El elefante sobrevivió al disparo y con una bala en la cabeza, la cual le dejó un agujero en la frente, pero eso no fue un impedimento para Pretty Boy, quien caminó durante días en busca de ayuda hasta que finalmente la consiguió.
El animal fue encontrado por voluntarios de AWARE TRUST, una organización encargada de preservar la fauna salvaje, y quienes llegaron al Parque Nacional Mana Pool por una alerta que indicaba que un elefante caminaba herido en la reserva.
Al ver el vehículo de los médicos, Pretty Boy no dudo en acercase para que lo examinaran. De acuerdo con los voluntarios que compartieron en las redes pocas horas después, “el elefante se acercó lentamente mostrando su herida”.
De inmediato, el grupo de veterinarios comenzaron actuar, observaron la profundidad del agujero en medio de su cabeza. Luego le aplicaron un dardo tranquilizante, lo examinaron, buscaron restos de metal y le hicieron una radiografía para ver la profundidad del proyectil.
“Estuvo a cinco centímetros de la muerte”, comentó en una publicación de Facebook, Lisa Marabini, directora de AWARE.
Tras curarlo, los veterinarios le permitieron a Pretty Boy regresar a la naturaleza y cuando volvieron un par de días más tarde para examinarlo, notaron que estaba “mucho más relajado y feliz”.
epc/RL