Apenas daban las 15:00 horas del viernes 22 de noviembre cuando las primeras personas comenzaron a llegar al estadio Tamaulipas. Tras 11 años de ausencia, Luis Miguel volvía a Tampico, y la emoción de sus fanáticos era palpable. Familias enteras descansaban dentro de sus autos mientras esperaban que el sol se apagara, preparándose para largas filas, mientras otros ya marcaban su lugar frente a las puertas del recinto.
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Las calles alrededor del estadio eran un caos. Coches buscaban cualquier espacio disponible para estacionarse, mientras vecinos ofrecían sus cocheras a cambio de una propina. Algunos conductores preferían caminar los últimos metros, conscientes de que más tarde, el cierre de calles haría casi imposible la llegada.
En las filas, el ambiente era vibrante, alimentado por el olor de churros con cajeta y trolelotes que se ofrecían al paso. Juan Carlos, un comerciante local, relató con orgullo cómo trasladó su negocio móvil al estadio.
“Dejé mi puesto cerrado en la ciudad y vine aquí con todo lo que tenía. Espero llevar algo de sustento a casa porque el mes pasado no vendimos nada con la cancelación”, comentó mientras llenaba un vaso de elotes cocidos.
El concierto, cancelado en octubre y reprogramado para diciembre en Veracruz, trajo también una oleada de comerciantes itinerantes al norte del país. Entre ellos, Karla y Marla, dos jóvenes universitarias, instalaron su puesto de souvenirs. “Llegamos desde hace tres días con nuestra mercancía. No gastamos mucho en hospedaje, pero queremos recuperar lo invertido”, compartió Karla.
Las hermanas mencionaron cómo esta actividad les permite costear sus estudios universitarios. “Me hubiera encantado estar dentro del estadio disfrutando de Luis Miguel, pero no nos queda más que trabajar. Ojalá la gente se lleve un recuerdo y guarde para siempre este momento tan especial”.
La esperanza no solo brillaba en los ojos de los comerciantes, sino también en las miradas expectantes de los fans. Mientras el sol bajaba, las filas crecían y el bullicio se mezclaba con las primeras notas de las pruebas de sonido. Tampico, después de más de una década, volvía a recibir a su ídolo, y tanto fanáticos como vendedores esperaban hacer de esta noche algo inolvidable.