El mundo está lleno de objetos, personas y situaciones insólitas. En México existen los ejemplos de la Isla Bermeja, una porción de tierra que aparece en los mapas pero que no existe físicamente, y la desaparición del científico Jacobo Grinberg, que ocurrió en 1994 y se ha asociado con la NASA y el FBI.
Pero hay un caso a nivel mundial que sigue siendo objeto de estudios científicos y teorías relacionadas con vida extraterrestre: el mecanismo de Anticitera, un dispositivo de engranajes de bronce que fue descubierto en 1900 cerca de la Isla de Anticitera, en Grecia, por una expedición de buzos que tenían como objetivo encontrar esponjas.
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Aunque pasaron dos años para que se le prestara importancia a este artefacto, pues tras ser sacado de las profundidades, sus más de 80 piezas (que unidas no logran superar el tamaño de una caja de zapatos) fueron almacenadas en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
“Hubo de esperar dos años hasta que el arqueólogo Valerios Stais viera en él algo más que un amasijo de bronce sin función definida. Stais propuso, ya en el inicio de su investigación, que aquel extraño objeto se trataba de un reloj astronómico”, explica el portal del Instituto de Ciencias Físico-naturales de la Institució Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació (IAM-CeVEI).
Desde su descubrimiento causó una gran conmoción y ha sido objeto de diversos estudios, pues resulta un objeto muy avanzado a su tiempo (data entre el 200 y el 100 a.C.); incluso se reconoce como la primera computadora analógica de la historia.
La institución valenciana añade que “no habría de encontrarse un mecanismo de relojería de este nivel hasta la aparición de los primeros relojes astronómicos europeos elaborados ya en el siglo XIV”.
“Sabíamos que este mecanismo griego antiguo de 2 mil 100 años calculaba ciclos complejos de astronomía matemática. Pero nos sorprendió descubrir que también mostraba el ciclo de cuatro años de los juegos de la antigua Grecia, incluidos los Juegos Olímpicos”, informó el experto Tony Freeth en una investigación que se publicó en el 2006 en la revista Nature.
El investigador señaló que las pistas sugieren “un vínculo con el antiguo ciclo de los juegos griegos llegaron cuando se leyó la palabra 'NEMEA' cerca de una pequeña esfera subsidiaria del Mecanismo. Este fue el lugar de los Juegos de Nemea, uno de los principales juegos de la corona que formaron parte del ciclo de las Olimpíadas. Le siguieron otros nombres: ‘ ISTHMIA’, para los juegos de Corinto, ‘PYTHIA’ para los juegos en Delphi, y finalmente ‘OLYMPIA’, para los Juegos Olímpicos”.
“El mecanismo es de crucial importancia para la historia de la ciencia y la tecnología. Nos habla de una revolución en el pensamiento humano en la antigua Grecia, el ejemplo más antiguo conocido de una máquina para hacer cálculos, de una máquina para predecir el futuro”, añadió Freeth en el artículo.
Yhc