Convención a la que va, convención donde provoca un tumulto. Ya sea caracterizada como Madame Web, la clarividente del universo Spider-Man, o como Minerva McGonagall, la profesora que guía a Harry Potter, Rosy Durán a nadie deja indiferente cuando aparece en eventos como La Mole o la TNT; aunque está cerca de cumplir 70 años, es una 'fuerza de la naturaleza' del cosplay en México.
En entrevista con MILENIO, recuerda que "era friki desde niña" porque disfrutaba que sus papás la caracterizaran para las obras de la iglesia o la actividades de la escuela. Con este gusto insertado, creció, tuvo tres hijos, trabajó en el Seguro Social y luego en empresas de tecnología. Hasta que un día se reencontró con ese gozo por disfrazarse.
"Un compañero del trabajo de mi hijo lo invitó a una convención en Tlatelolco. Cuando regresó, me contó que fue muy divertido y a la siguiente me fui con ellos, les ayudaba con sus cosas", detalla sobre ese momento en que adoptó el cosplay como estilo de vida, hace aproximadamente 15 años.
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Su primera contribución a ese universo creativo surgido en Japón fueron unos guantes hechos con cartón para un cosplay de su hijo: El joven manos de tijera. Luego, lo ayudó a crear unas pistolas para dar vida a Alucard, protagonista del anime Hellsing.
En ese entonces, el panorama del cosplay "era extraordinario", dice Rosy, porque eran escasas las convenciones: "Estaba uno con ansias esperando y te dejaban entrar gratis cuando ibas disfrazado".
Esto la motivó a incursionar en el cosplay: ya no quería formarse para comprar su boleto mientras sus hijos entraban rápidamente y sin pagar a los eventos.
El entrañable perrito Kunkun, del anime Rozen Maiden, fue su primer personaje: "Hice su máscara con unicel y nadie me reconocía. Fue agradable porque, como el perrito es curioso en la serie, todo mundo me abrazaba".
Siguió con la Princesa Leia Organa, con quien siente "mucha afinidad" por su actitud "valiente y audaz". Además, admiraba a a la actriz que encarnó a la heroína de Star Wars, Carrie Fisher.
"Con ese cosplay me sentía un poco apenada de mostrar la cara por primera vez, pero tuve bastante aceptación en el mundo friki", señala.
Tras quitarse la pena, Rosy comenzó a ganar fama en la comunidad. Pronto se animó a concursar junto a sus tres hijos, sobre todo en la categoría de performance grupal. "En ese tiempo fuimos campeones de mil cosas, yo fui campeona nacional y uno de mis hijos ha viajado a Europa y Sudamérica representando a México en los concursos".
Mamá Coco (de la película Coco), Nostalgia (de Intensamente), Toph Beifong (de Avatar), Sara García, Emma Webster (de los Looney Tunes), la Reina Isabel II, la Reina de Corazones (de Alicia en el país de las maravillas) y Stan Lee son algunos personajes/celebridades que ha encarnado durante su fructífera trayectoria.
"Me llena alegría que otras personas puedan explorar sus sentimientos a través de lo que ven, y como casi siempre voy de adultos o ancianitas, recuerdan a sus abuelitas u otros aspectos de su infancia. Es maravilloso porque, a la vez que recibo, doy algo".
Entonces, con un tono lóbrego, Rosy revela que, además de una manera de acercarse a sus hijos, el cosplay primero le funcionó como "terapia" y actualmente como "gran motivación" ante una enfermedad a la que, para no darle poder, prefiere llamar "mi proyecto de salud".
"Siempre he sido animosa y bastante resiliente a las adversidades de la vida porque así me tocó, tener obstáculos a librar y superar. El cosplay trajo a mi vida una herramienta que me ayuda a ser más creativa, a no envejecer mentalmente, me mantiene con otra visión de las cosas, además de que me ha traído mucho amor. Por eso hay que abrazar las cosas que nos gustan o nos hacen bien", reflexiona.
Ante las adversidades, ¡haz cosplay!
Además de su "proyecto de salud", Rosy recientemente sufrió una tromboflebitis en las dos piernas. Por esta situación, en septiembre se someterá a una operación que, tristemente, la hará perderse de La AniMole, una variante de La Mole dedicada a la cultura japonesa.
"Tampoco estoy concursando. Todavía el 2023 fui a concursar con un amigo para el Día del amor y la amistad, y ganamos porque íbamos de Up. Pero fue la última vez porque, previo a un concurso, esperas horas y ya me es sumamente desgastante", comparte.
Aunque esto no tumba su tesón. Al contrario: ya piensa que, una vez recuperada, además del cosplay, retomará otras iniciativas de las que es parte, como el proyecto Bailar para sanar, que ejecuta "en una clínica del Seguro Social para que la gente salga de la depresión, se vuelva a mover, mejore coordinación".
También los cursos de "desarrollo humano" donde, de manera lúdica, enseña a otras personas "para que motiven su vida".
"Igual he escrito algunos libritos para pacientes, para personal médico. En Amazon están gratuitos porque no son para tener dinero, sino por amor", promueve.
Rosy ejemplifica su impacto social contando que, en uno de sus diversos proyectos, hizo un amigo que se ha sumado a sus aventuras de cosplay: "Le gusta mucho ir, se siente feliz. No lo necesita hacer económicamente, pero lo hace porque estaba muy solo".
También desarrolló una "campaña" para que más señoras acudan a las convenciones, y dio frutos temporales: "Empezaron a ir con sus hijos, y una que otra todavía va".
"A mis amigas hadas, que van de las de Aurora y yo de la de Cenicienta, las enseñé a bailar, porque la gente se burlaba de ellas. Entonces, ya se ganaron el respeto de la gente, porque hay quienes son crueles: algunos creen que son más bonitos y no es así, en el anime hay de todo".
Durán, ahondando en el quehacer cosplay, dice que "un buen exponente" debe mantenerse profesional: "No come, no bebe nada ni va al baño en una convención porque arruina el cosplay".
Confiesa que cuando ve a algún joven "haciendo algo inadecuado", lo incita a sumarse a su mundo de fantasía: "Es como estar drogado sin drogarse".
"Si tienes depresión o sientes que no tiene sentido tu vida, aquí puedes ser un brujo o lo que quieras, dependen tus sentimientos. Qué bueno que haya un auge de esto en lugar de que hagan otras cosas como drogarse o beber; es más sano hacer un disfraz, encuentras en tu vida la creatividad", explica.
Acepta que en México el cosplay sigue siendo de nicho, pero experimenta una expansión que puede sumar "un granito" a la titánica labor de "cambiar el mundo" para bien, pues "da entusiasmo".
"Aquí yo soy feliz. Es una herramienta palpable, te da más cosas. Yo soy la reina del cosplay, pero lo digo para mí misma".
Al cierre de la entrevista con MILENIO, Rosy Durán exalta que su pasión, donde se ha convertido en un ícono, es capaz de "romper barreras y estereotipos". Y más allá de eso, le permite experimentar momentos únicos, por ejemplo: "Uno de mis hijos conoció a su esposa en una convención y en otra le pidió matrimonio, se hincó a darle su anillo".
"El anime y las películas te ayudan a vivir no en un mundo de fantasía, sino a tener herramientas porque la vida no es divertida todos los días", zanja la abuelita que ya forma parte de la historia del cosplay en México.
HC