Si para algunos visitar un panteón es una experiencia escalofriante, ¿te imaginas cómo es vivir a lado de uno? Bueno, esa es la realidad de una joven española de nombre Iraide, a quien no le ha quedado de otra que acostumbrarse al tétrico ambiente que la rodea, pues para su mala fortuna su propiedad está junto a un cementerio.
Iraide, una chica originaria de la región autónoma Euskal Herria en España, compartió un video a través de TikTok en el que contó que su casa prácticamente está dentro del panteón a tal punto que una tumba está pegada a una de las paredes de la construcción.
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En el clip, que tituló Los vecinos más tranquilos del mundo, la joven muestra que desde varias ventanas de su residencia se pueden ver varias de las tumbas a unos centímetros e, incluso, la iglesia del lugar.
Posteriormente, Iraide contó la historia de cómo su casa quedó rodeada de panteones: "La cosa es que esta casa la construyó la bisabuela de mi abuela y antes no estaba el cementerio pegado, si que estaba a lado, pero la casa estaba en la parte de atrás de la iglesia y en la parte de adelanta estaban los panteones".
Mencionó que su familia se vio obligada a vender una parte de su terreno a los sacerdotes, que ocuparon esa tierra para expandir el lugar en el que enterraban a la gente.
"Antes mandaban un montón los curas, y los curas mandaron pues a poner un panteón delante de mi casa y uno llevo a otro. Luego teníamos una huerta a lado de casa, también tuvimos que vender esa huerta al cura, eso ya cuando estaba mi bisabuelo vivo, o sea, esto no hace demasiado tiempo, y al final hemos acabado rodeados de panteones.
Tal fue el impacto que generó su video que la joven ha documentado sus experiencias y ha narrado algunas de sus anécdotas más aterradoras de la familia, una de ellas pertenece a su mamá y ocurrió a mediados de 1940.
Iraide contó que el tío de su mamá era enterrador del panteón. En una ocasión al hombre se le encargó abrir una tumba para sacar restos antiguos y depositar otro cuerpo, entonces se percato que los huesos estaban boca abajo y la tapa del ataúd estaba arañada.
La joven reconoció que se ha acostumbra a vivir en este lugar y hasta a veces utiliza el panteón como atajo por las noches; sin embargo, confesó que también tiene sus contras.
"Destacaría dos cosas como malas, una de ellas ya no pasa. La que ya no pasa es que antes en la iglesia había un reloj y cada 15 minutos tocaba de 8 de la mañana a 10 de la noche (...) La otra es que es un cementerio pequeño, de un pueblo, entonces las señoras mayores a veces van a las 7 de la mañana y entonces tu estás durmiendo plácidamente y escuchas a Paquita hablando con Josefina".
amt