Vivir en una casa embrujada, la experiencia de una familia pachuqueña

La primera experiencia fue de su bebé y un teléfono de juguete

Experiencias paranormales. | EFE
Alejandro Evaristo
Pachuca /

Ruidos, puertas abiertas, sombras, personas que en realidad no lo son... la historia que rodea a una familia compuesta por un matrimonio que llegó al nuevo hogar hace poco más de 10 años y a quienes se uniría meses después el primogénito, no ha sido fácil, pero sí sobrecogedora.

La casa está muy cerca del viaducto Rojo Gómez, en Pachuca, atrás de una tienda de conveniencia y siempre ha sido propiedad de la familia del esposo. ¿Un dato curioso? En una barda vecinal cercana hay una virgen en actitud de oración.

Son dos pisos que albergan sala, comedor, cocina, patio y escaleras en la planta baja. En la superior hay tres recámaras y en una de ellas un baño, es una habitación a la que todos en la familia dan la vuelta.

Las personas que hace años habitaban ese lugar, antes de la llegada de nuestros protagonistas, se dedicaban al comercio, compraban y vendían de todo, muebles y ropa especialmente, y utilizaban ese cuarto como bodega, donde acumulaban todo lo que iban adquiriendo para luego intentar venderlo.

Nuestros protagonistas llegaron cargados de ilusiones y emocionados al nuevo hogar y con justa razón: todo parecía indicar que en unos meses habría un nuevo miembro en la familia.

Pasó el tiempo y las cosas avanzaron sin mayores contratiempos. El pequeño llegó y la vida entonces dio un giro. A sus tres años surgieron algunas extrañas manifestaciones en el entorno.

Apego infantil

Con poco más de dos años, el primogénito se desarrollaba en un ambiente sano y lleno de amor. Se desenvolvía conociendo a fondo y explorando todo porque eso hacen los pequeños, al menos la mayoría.

Nuestro amiguito recibió de regalo en alguna ocasión un teléfono de juguete y su mamá sonreía cada vez que lo veía “hablando” con alguien a través de la imaginaria línea. Nada había raro en ello. Al menos no hasta que se percató de algo extraño.

El niño estaba sentado con el auricular pegado a la oreja: “apenas empezaba a hablar y era como si en realidad sostuviera una conversación con alguien. ¿Con quién hablas hijo?, con mi abuelita, ¿con tu abuelita? Sí, con ella, me está preguntando si todos están bien…”, el niño señaló entonces la fotografía en la pared, donde estaba el cuadro de la mujer, la madre de su madre fallecida tiempo atrás. Durante un mes, cuando llegábamos a la casa de mis papás, se ponía a hablar con ella por ese teléfono y me empezó a decir cosas que solo mi mamá sabía”. Se deshicieron del juguete.

“Cuando tenía como 3 años organizamos en casa una fiesta de helloween y todo bien, era la noche del 31 para amanecer 1 de noviembre. Él se quedó dormido y lo llevé a acostar a la habitación. Esa vez, como a las 12 de la noche, bajó por la escalera y me dijo mamá, es que no puedo dormir porque hay un niño en mi cama y no tiene ojos, nada más está todo negro y está parado en la esquina de mi cama. Entramos al cuarto y de repente, por la oscuridad, sí se veía como si alguien estuviera ahí, pero cuando encendíamos la luz no se veía a nadie. No sé si en verdad había alguien o ahí o era el efecto de las luces, pero sí se veía como si estuviera alguien sentado. Después de eso moví las camas y pusimos ahí una veladora. Mi suegra es muy religiosa y ella nos dijo que podía ser un alma en pena y había que ayudarle”.

“A la fecha, en esa casa, en esta época encuentras todas las puertas de todo abiertas aunque las dejes cerradas, las de la cocina, los gabinetes, las alacenas, habitaciones y no sabemos por qué. Ya han ido a bendecir la casa, que era del abuelo de mi esposo. Una señora que trabaja con nosotros nos dice que a lo mejor ahí alguien ande penando porque antes era un tiradero”.

Nuestra entrevistada dice que ha colocado velas, cirios pascuales, veladoras y agua bendita, pero casi siempre se apagan luego de dos o tres horas “hasta un padre nos dijo que pusiéramos un tazón con agua bendita y en medio pusiéramos un cirio pascual, cuando lo hicimos se apagó y se secó el agua. Ya nos acostumbramos”.

Habitaciones del Terror

La habitación con baño en la parte superior tiene una energía muy pesada. A ella no le gusta usarla y cada vez que llega a casa evita ver hacia arriba, ya que la ventana de ahí da directamente al patio y le provoca cierto temor.

En algún momento hubo necesidad de hacer algunas mejoras y tuvieron que usar esa habitación. Ella cuenta que una vez se estaba bañando ahí y escuchó cómo se abrió la puerta, los pasos, e incluso puede jurar haber visto a alguien sentarse en una vieja cama que estaba ahí arrumbada cuyo rechinar le estremeció. Pensó que era su esposo que había regresado y le reclamó no haberle avisado de su vuelta, pero ella estaba sola y no había nadie más en todo el lugar.

También recuerda que en alguna ocasión llegaron las sobrinas a casa, una de ellas de la misma edad del pequeñín. Los tres jugueteaban y los dos chiquillos seguían para todos lados a la de mayor edad quien en algún momento tuvo necesidad de usar el sanitario. Le dijo que usara el de ese cuarto. Algo le hizo reaccionar e ir a buscar los chavales y cuando se acercó vio la puerta del baño entreabierta y, pensando que la menor estaba ahí, le dijo que siempre que fuera a un baño cerrará la puerta. Por única respuesta solo vio cómo un pequeño brazo la cerró. Cuando se dio la vuelta vio a la niña frente a ella y a los otros dos chiquillos atrás…

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