El expresar las emociones es de suma importancia para un buen desarrollo humano. Por ello, es que la escritura terapéutica es una gran herramienta para desahogar sentimientos y ayudar a las personas con su inteligencia emocional, especialmente con los niños que inician a conocer sobre emociones.
Patricia Diez Diez, experta en escritura terapéutica, comenta que en al momento de educar a los niños en este trabajo personal se puede hacer, ya sea desde que desarrollan la escritura, aunque comenta que puede ser incluso antes a través de fichas con dibujos y colores con los que relacionen la emoción, brindando beneficios para los menores y sus familias.
Entre las ventajas que tiene el hecho de practicar la escritura terapéutica en con los niños, indica que es una gran manera de tener una mejor comunicación. Esto puede hacerse en un espacio seguro y privado donde expresarse en papel.
“Como madre, yo no solo quiero que me cuente sus problemas, que también va a ser más fácil si ya lo ha digerido por escrito porque ya no le va a doler tanto y va saber ponerlo en palabras. Pero también lo que quiero es que aprenda a gestionar sus conflictos y cuanto antes aprenda una herramienta que le pueda ayudar, mejor”, declara.
Además de esto, señala que da claridad, reduce la ansiedad y el estrés, ayuda a encontrar soluciones, mejora la calidad del sueño, la memoria, incluso declara que se ha demostrado que mejora las calificaciones de los alumnos que la aplican, toman mejores decisiones y aumentan el autoestima.
Científicamente, mejora el sistema inmunológico, mejora el rendimiento deportivo, el funcionamiento del riñón, de los intestinos, reduce el dolor de la regla, entre otros beneficios fisiológicos. Indica que el estudio más popular es el de James Pennebaker, psicólogo que ha estudiado los beneficios de esta acción a nivel físico, mental y emocional.
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Considera que esta práctica se puede empezar desde los 3 o 4 años de edad a través de fichas de emociones. “Las enseñas para que las vea y las identifique. Escogemos alguna emoción y empezamos a hacer preguntas”. Otra manera en la que se puede llevar este conocimiento en los menores es a través del ejemplo, llevando lo que ella recomienda como un cuaderno de gratitud y compartirlo con los niños.
“Otra forma es haciendo el ejercicio del tarro de cristal o de plástico transparente donde meter cada día un pedazo de papel pequeño donde ponga algo que le ha hecho sonreír, que le ha gustado de ese día, algo por lo que está orgullosa. Algo bueno. Y lo va rellenando hasta que a final de año o hasta una fecha especial que fijéis pues lo pueda abrir y leer todos los mensajes.”
Concluye haciendo hincapié en que el ejemplo de los padres es esencial, pues al ver a los mayores hacer estas acciones, el menor querrá imitarlos e igualmente recomienda que al buscar un cuaderno de gratitud puedas obtener alguno con actividades complementarias de arteterapia.