La adolescencia es una etapa complicada del ser humano, pues en ella se viven las emociones intensamente y se es más vulnerable para diversos problemas físicos, emocionales y mentales. La ansiedad, incluyendo las crisis nerviosas que se pueden dar con ella, es uno de los trastornos más comunes en esa edad.
Según la Organización Mundial de la Salud, el 3.6% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 4.6% de los de 15 a 19 años lo padecen, por lo que el cuidado por parte de los padres en esta etapa de la vida de los chicos es esencial para la prevención de problemas de salud mental.
La UNICEF, en conjunto con la doctora Lisa Damour, indican los pasos a seguir en el caso de que un adolescente se encuentre en medio de una crisis nerviosa, la cual se genera cuando el muchacho se encuentra abrumado por las emociones que viven en el día, sacando todos esos sentimientos en casa, su lugar seguro.
- Escuchar sin interrumpir: A menudo, los adultos bienintencionados intervienen o hacen sugerencias, olvidando que una de las mejores fuentes de alivio es expresar las emociones, por lo que la escucha es una de las recomendaciones de Damour.
- Ofrecer una empatía sincera: Otra manera de apoyarlos es manifestarles empatía. Los adultos pueden ensayar frases como “eso es terrible” o “siento mucho que te haya pasado esto”.
- Reconocer el valor de la angustia: El reconocimiento es muy eficaz, especialmente para los adolescentes. Puede serle de gran consuelo cuando los adultos dicen: “Tus sentimientos son lógicos y puedo entender por qué tienes esa reacción”.
- Ayudarlos a calmarse: Comenta Lisa que, la mayoría de las veces, los tres primeros pasos deberían ser suficientes. Pero si no sirven aún de alivio, se puede pasar a ayudarles a controlar sus emociones enseñándoles a tranquilizarse por su cuenta. La respiración abdominal es muy relajante y nos ayuda a llevar el oxígeno a lo más profundo de nuestros pulmones.
- Expresar confianza sin ser displicente: Mostrar apoyo con frases como “esto es duro, pero esta sensación tan fuerte no durará mucho” ayudará a que comprenda que sus emociones son temporales y pronto podrá encontrar la calma.
- Ofrecer ayudar para resolver el problema: Si persiste la molestia en el adolescente, preguntarle: “¿Necesitas que te ayude a intentar resolver este problema?” le hará entender que puede contar con tu apoyo y puede contribuir a mantener la conversación con el adolescente.
- Dividir el problema en dos partes: Puede ser útil dividir los retos a los que se enfrenta en dos categorías: cosas que pueden cambiar y cosas que no pueden cambiar.
- Para las cosas que pueden cambiar, piensen juntos en las posibles soluciones: Ayudarle a centrar su atención en la búsqueda de soluciones para los problemas que puede cambiar puede ser útil para calmarlo.
- Para lo que no pueden cambiar, hay que apoyar la aceptación: Apoya a tu hijo adolescente para que haga todo lo posible por aceptar los problemas que no tienen fácil solución.