Gritar ¡1,2, 3 por mí y por todos mis amigos! al jugar a las escondidas, los encantados, el bebeleche, la traes, la paz, quemados, brincar la cuerda y otros más, eran las actividades que hace más de 20 años disfrutaban los niños junto a sus amigos.
Pasar tiempo en la calle jugando, compitiendo, formando equipos, resolviendo a qué jugar primero, quién sería primero y quién después y mucho más, lleva a añorar aquellos días en que divertirse en la calle con los amigos era lo mejor del día.
Hoy, esos juegos se están tratando de regresar para que los niños en su tiempo de recreo durante la escuela lo vivan y disfruten, y que los lleven a sus hogares para compartirlos con padres y amigos.
Jorge Luis Caballero Santillana, profesor investigador de Posgrado en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de Coahuila, explica que estos juegos ayudaron en su tiempo a los niños, "actualmente hace falta, las ventajas entonces y ahora, son la socialización, el trabajo en equipo, la inteligencia emocional, y a pequeña escala aprendían a negociar. Es lo que se logra hacer en estos juegos, evitar que se haga trampa, y a formar alianzas".
Caballero Santillana quien cuenta con doctorado en Educación, dice que para poder jugar se tiene que reunir a un grupo de personas, quienes ponen a trabajar el lado psicomotriz, "porque no solamente se trata de andar corriendo, implica también tener atención, saber cuándo se debe entrar en acción, había que correr, saltar, moverse, equilibrar y esos desempeños en la niñez sirven mucho en la vida adulta".
Considera que esos juegos son como una preparación para la vida adulta. "Aún no sabemos la dimensión de la repercusión del uso de la tecnología en los niños, pero, hay países que tienen mucho tiempo utilizando videojuegos y el celular como Corea del Sur, y ellos tienen una epidemia de miopía en niños, es decir, que afecta la salud, trae problemas en el sueño y de socialización".
Menciona que para muchos los videojuegos no son tan malos porque se pone en juego la mente, sin embargo, considera que es muy pasivo, es un juego en solitario, aun cuando se está en contacto con otros jugadores en línea, y es una realidad que dista mucho de ser cara a cara. "Prefiero más la actividad y socialización ya que eso tiene que ver más con la salud mental y física".
Finalmente recalca que hay pedagogos que están luchando por regresar a los niños a esa etapa infantil de juego, de despreocupación que los hacen personas equilibradas de adultos.