La adolescencia, al ser una etapa de cambios, tanto físicos como emocionales y mentales, puede sentirse complicada. Sin embargo, conocer cómo te sientes y el por qué de ello ayudará mucho a llevar esta época de tu vida lo mejor posible.
Ricardo Emmanuel Sallas Ceniceros, quien estudió Filosofía en el Seminario Conciliar Mayor de Durango y maestría en Desarrollo en Competencias de la Educación por la Academia Villa de Matel, comenta que el conocer sobre filosofía en esta etapa ayuda, pues es un tiempo donde, de manera inconsciente, el ser humano se hace preguntas trascendentales.
"Es uno de los momentos en los que nos preguntamos inconscientemente sobre el sentido de la vida, y encaminarlos a la filosofía es darle sentido e importancia a su existencia así como a las cosas que nos rodean", señala, además de que este conocimiento beneficia en que abran su mente y en la toma de mejores decisiones, pues considera que en este momento de sus vidas y en muchas ocasiones se actúa más por las emociones que la razón.
Contar con espacios en los que el adolescente pueda hacer esta reflexión es esencial para que pueda cuestionar estos conceptos sanamente. Además, actividades como debates, ver videos relacionados y la presentación de problemas actuales del mundo y de la juventud donde ellos puedan participar y ser escuchados, son excelentes maneras de presentarles la filosofía.
"Deben sentir que pueden opinar de temas actuales y sobre todo, que puede ser aplicada a su diario vivir, porque si ésta no se sobrepone a nuestra vida, considero que es una filosofía muerta, con muchísimo conocimiento pero sin la práctica", declara.
Para comenzar este trabajo, pese a que los conceptos y cuestionamientos que se pueden hacer son muchos, recomienda que se inicie con preguntas como ¿Quién soy yo?, ¿A dónde voy?, ¿De dónde vengo?, ¿Qué hago aquí? De este modo, se generan incertidumbres que abren paso a encontrar conceptos que puedan responder a esas dudas.
- Te recomendamos Abren convocatoria para cursar maestría en Educación Básica Aula
Concluye señalando que la filosofía debe ser práctica, pues si los conceptos no son llevados a la experiencia con situaciones reales, donde el joven sienta y tenga la realidad frente a él y busque darle una solución con los conceptos ya aprendidos anteriormente en clase, no generará un conocimiento significativo que lo ayude en su día a día.