Uno de los problemas que aqueja al país y al mundo la existencia de la obesidad infantil. No obstante, aunque se cree en muchas ocasiones que este problema se puede resolver solamente teniendo mejores hábitos alimenticios, la realidad es que se ha encontrado que esta condición es una multifactorial.
Mariana Torres Valdés, maestra en Nutrición Clínica, señala que, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad infantil se define de acuerdo a ciertos percentiles, que son valores que dividen un conjunto de datos estadísticos, de forma que un porcentaje de los mismos quede por debajo de dicho valor.
“Los que son arriba de 85, se denomina como sobrepeso y los que se denominan en 95 del Índice de Masa Corporal, se denominan como obesidad, de acuerdo a patrones de crecimiento de la OMS”, declara.
Entre las consecuencias de no atender la obesidad infantil, señala que de manera física puede generar valores bioquímicos alterados como lípidos, presión arterial, problemas endócrinos, entre otros, hablando de obesidad mórbida. Sin embargo, más allá de estos, las consecuencias emocionales y sociales que atraviesan estos cuerpos son igual de dañinas.
“Se está tomando más en cuenta en la actualidad, porque el tema es que estos niños sufren mucho de estigma social y puede causar consecuencias a la salud emocional, desde baja autoestima, problemas depresivos, entre otros. Esto va a afectar mucho en sus logros académicos y cómo se vayan desenvolviendo y puede seguir repercutiendo en la adolescencia y en la adultez”.
Al momento de hablar sobre la prevención de la obesidad infantil, considera importante enfatizar que ésta se empieza desde la etapa uterina, siendo así que este proceso se encontrará en todas las etapas de la vida de una persona, pues en la gestación hay cierta programación metabólica.
Si hay una ganancia excesiva de peso en el embarazo, o mala calidad de alimentos, sedentarismo o diabetes gestacional, puede aumentar los riesgos de sobrepeso u obesidad en los niños, haciendo esencial que en los primeros años de vida se prioricen conductas saludables para un adecuado crecimiento y desarrollo en los menores y para la prevención de enfermedades.
A pesar de esto, hace énfasis en que la obesidad en todas las etapas de la vida, no es una decisión individual, sino que es una condición multifactorial en la que es necesario tener cubiertas diversas circunstancias para prevenirlo.
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Un adecuado desarrollo económico, condiciones ambientales idóneas, servicios básicos satisfechos, políticas públicas que garanticen alimentos de calidad accesibles, un entorno (comunitario, escolar, laboral y familiar) sano, educación, infraestructura para actividad física, entre muchos factores más son necesarios para su prevención efectiva.
Por ello, considera esencial que la sociedad sea consciente de que las personas con sobrepeso y obesidad no la tienen por decisión, sino que es una condición multifactorial, por lo que es necesario ser más empáticos con ellas y evitar conductas discriminatorias.