Uno de los momentos más importantes en la vida de los estudiantes y uno de los más estresantes, es someterse a un examen de admisión a la universidad elegida . Sin embargo, esta presión regularmente se va cuando aplicas al test y eres seleccionado, pero ¿qué pasa si el resultado no es el esperado?
María Elena León Leal, psicóloga clínica enfocada en niños y adolescentes, menciona que, al ser un momento en el que el joven estará dando un brinco a tomar decisiones definitivas, esto genera inseguridad y en ocasiones ansiedad. Por ello es de suma importancia que clarifiquen cuál es su propósito.
Por su parte, Laura Citlali Villarreal Garza, psicoterapeuta encargada del área de Psicología Educativa en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTis) 54 de Lerdo, Durango, menciona que, cuando un joven no logra quedar en la carrera o universidad deseada, desencadena en él distintos sentimientos.
“Regularmente son las emociones displacenteras: miedo, enojo, tristeza, coraje, frustración, entre otras”, declara Villareal Garza, indicando que, a partir de ese momento, es importante que se acompañe al joven para que tome una decisión y trabaje la emoción.
Amigos y familia
María Elena considera vital el apoyo de los padres para que el joven se sienta respaldado y que estas situaciones se resuelvan, incluso desde antes de aplicar, ver alternativas en caso de no ser aceptado en la carrera y universidad que desee, pues al no cumplir las expectativas que tienen, y aunado a que, si tiene baja autoestima, puede generar depresión.
Señalan que es importante escucharlos para puedan desahogarse y conocer su sentir, sus expectativas y de primera instancia solamente el que ellos platiquen del tema, pues en los primeros momentos no buscan soluciones, solo el descargar los sentimientos y sensaciones poco agradables que este acontecimiento genera y validar esas emociones.
Después de eso, es necesario que se trabaje la parte emocional para que pueda hacer otros planes y tomar decisiones, pero sin sentirse presionado a que sea en la inmediatez.
“Como espectadores, buscamos lidiar la angustia del otro y queremos dar la solución”, señala Laura Citlali.
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No hay prisa
La angustia de los padres es inevitable, pero lo importante es que la necesidad del joven sea escuchada para que él mismo pueda buscar y tomar otras opciones de acuerdo a sus objetivos y lo que quiere hacer.
“Hay que ver que, en muchas ocasiones, más que su expectativa, es las de los padres. Hacer consciencia que la ansiedad o sueños frustrados se los transmiten y esto lo complica emocionalmente”, añade María Elena.
Comentan que es relevante la empatía de los padres para poder ayudarlos a salir del bache emocional en el que se encuentran y que también recuerden que pasaron por ese momento y los sentimientos que se presentaron en ese entonces.