La poesía se convierte en una manera de poder emplear las palabras para retomar el sentido de la realidad. Escribir poemas es un ejercicio al que tanto niños como jóvenes pueden recurrir con la finalidad de adentrarse en un género literario que les permita conocer más sobre sí mismos y las inquietudes que les provoque el mundo en el que viven.
Alfredo Castro Muñoz, estudiante la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), describe su encuentro con la poesía como: “un llamado espiritual, despertó en mí un quehacer, como una labor. Terminé de leer un libro de poesía y simplemente tuve esta sensación de que tenía que hacer algo igual”.
Guiado por una sensación de identificación ante las palabras que trazaba su pluma, decidió comenzar a escribir poemas libres de pretensiones y falsas expectativas. “Se exige que al que pretenda ser escritor utilice un lenguaje muy sofisticado y la verdad es que no, hay poemas con un lenguaje muy callejero, muy urbano”.
Es así, que con la experiencia de estar frente a grupos de niños y jóvenes como tallerista literario, Alfredo percibe que el ejercicio poético es un camino que se puede tomar para crear obras que trasciendan más allá del tiempo y el espacio y, sobre todo en edades tempranas, sirva como vía para expresar y evocar tanto emociones como sentimientos.
“La poesía, a diferencia de otros géneros, es mucha más abstracta, más emotiva, más espontanea; esas cualidades las puede tener cualquier niño. La mente de un niño por sí sola es muy poética, porque es muy espontánea, muy abstracta, inmediatamente sabe cómo se siente o aunque no lo sepa lo expresa”.
Su objetivo como tallerista que trabaja con alumnos de primaria y secundaria no es que logren navegar entre reglas ortográficas, métrica y pautas estéticas de manera impecable, sino que puedan enfocar sus propios sentimientos en palabras, de una manera sencilla, sincera y real. “Poner las herramientas para que lo que están sintiendo y pensando pueda ser traslapado a una hoja de papel”.
Mientras el niño crece, va encontrando nuevas vivencias que atrapen su atención. Para Alfredo, el papel de la poesía se convierte, entonces, en la posibilidad de que puedan identificar tales cambios y logren “ir traduciendo esos sentimientos, ir colocando estas emociones”.
“Considero que la poesía es un medio expresivo, una manera de expresar lo que tienes dentro y la manera en la que el mundo te está afectando, cómo las cosas buenas y malas vienen impactando al corazón. La poesía es la manera en la que el joven encuentra un medio para poder expresarse”, comenta.
Para que la poesía se convierta en la aliada ideal, debe ser vista como una manera genuina de diversión, no como una imposición, así lo percibe Alfredo. Dejar atrás el valor curricular que se le pueda otorgar y permitir que el niño juegue con las palabras sin necesidad de obtener una calificación por ello. “Para que algo nos apasione, antes tiene que divertirnos”, finaliza el universitario.
RCM