El fallecido expresidente dividió a la sociedad del Perú en fujimoristas y antifujimoristas. Venció a Vargas Llosa, arrinconó a Sendero Luminoso y se enriqueció a placer.

El peruano llegó al poder como un hijo de los “nadies”, pero dilapidó su capital con escándalos de corrupción e ineficacia. Cada seis días cambiaba un ministro.