A La ñora de las kekas
Hace muchos, muchos años, vivió una señora en una gran nación, formada por diversos Estados que tenían diferentes climas y paisajes, con habitantes de temperamentos y costumbres muy distintas, pero todos dotados con una misma picardía y aprecio a la comida. Su peculiar cocina mezcló sus raíces prehispánicas con una herencia europea. Tres Estados destacaron sobre los demás: Oaxaca, Puebla y Yucatán, pero las demás regiones tenían sus encantos culinarios, dignos de derrotar, en un 5 de Mayo gastronómico, al mejor Napoleón de la nouvelle cuisine.
Esta señora vendía un platillo muy sencillo: Las quesadillas, tortillas con queso adentro, que se derrite al calentarse en un comal, y ya en un plan muy elaborado (y si lo solicitaba el cliente), introducía una ramita de epazote, yerba de sabor penetrante, que combina estupendamente con el queso Oaxaca y la tortilla de maíz, ingredientes que utilizaba la señora, pues era del sur, ya que las quesadilleras del norte suelen usar la tortilla de harina y el queso asadero graso, de sabor fuerte.
Este platillo, a pesar de su sencillez, era una delicia al cocinarse en manos de esta señora, cuya clientela bautizó como La ñora de las kekas.
Un día, la cocinera callejera observó a un señor que dudaba entre su puesto de quesadillas y otro de gorditas de chicharrón prensado, La ñora de las kekas, hábilmente le preguntó al hombre si no se le antojaba una quesadilla con chicharrón; el goloso, salivando y sobándose la panza, aceptó; La ñora mandó a un chamaco a comprar velozmente el dichoso chicharrón, elaboró la mezcla y enamoró el paladar del primer hombre sobre la tierra que probó una quesadilla combinada, quien se hizo su cliente eterno y le llevó comensales, surgiendo su fama. Así fue como La ñora de las kekas vendió quesadillas y quesadillas con chicharrón.
La ñora empezó a llevar guisados en pequeños Tupperweares de colores, con diversos guisos para combinar, hasta que algunos clientes empezaron a pedir quesadillas sin queso, nomás con guisado. Haciendo pruebas de acierto y error, la Ñora encontró los guisos clásicos que usó para siempre (y hasta la fecha usan las quesadilleras): Flor de calabaza, huitlacoche, tinga de res o de pollo, requesón, sesos, picadillo y papas al horno con rajas o chorizo.
Una día, junto a La ñora de las kekas, se puso otra Ñora de las kekas con un puesto idéntico (hasta le copió la imagen de Martín Caballero), luego surgió otra, y así se fueron extendiendo Las ñoras de las kekas por confines infinitos.
Un cliente que era miembro de la Real Academia de la Lengua, le dijo airado: “¡Usted es una farsante! ¡Si no lleva queso no es quesadilla, es un taco! ¡Tenga la bondad de disculparse ante su clientela y no vuelva a ofender nuestra legua empleando nomenclaturas erróneas!” La ñora le respondió calmada: “Es cierto que mi invento surgió uniendo a la tortilla con el queso, pero luego se hizo de otros guisos y se le quedó el nombre por costumbre, además las quesadillas no son tacos, el taco es una tortilla que se compró previamente y se calienta, para recoger con ella un guiso caliente y se enrolla; la quesadilla es una tortilla hecha a mano al momento, doblada se pone al comal y el guisado se calienta dentro de la tortilla, como lo haría el queso derritiéndose, coaccionado mientras se calienta.
El Miembro de la Real Academia de la Lengua, escupió espumarajos y, señalándola con índice de fuego, gritó: “¡Bruja! ¡Impostora! ¡A la hoguera por no reconocer que las quesadillas sin queso son una perogrullada y un desatino!”
Algunas personas ya estaban agarrando piedras para lapidarla, cuando apareció Ignacio López Tarso, caracterizado de indio tarasco, y dijo: “¿Qué importa cómo se llame una cosa, si esa cosa nos encanta? Como la rosa, que, como dijera Shakeaspeare, combinado con Napoleón, aunque ella se llamara Martha, huele a rosa. Las quesadillas de La ñora de las kekas son deliciosas, aunque se llamaran pay de queso sin queso. Es la real lengua de la Academia la que prueba los platillos y les asigna el nombre justo. La gente le dice Kleenex a las toallas de papel, y a toda agua mineral, Tehuacán; decimos voy a ‘colgar el teléfono’ al hablar por teléfonos sin cordón, y preguntamos: ‘¿le jalaste la cadena al escusado?’, cuando desde hace años dejaron de usarse las cadenas. Dejen a La ñora de las kekas en paz, y den gracias a Dios que tienen una Ñora que les bendice las tripas desde que amasa la tortilla con sus dedos, que les regala un sabor incomparable por el amor que les manda con las manos”.
Algunas personas chillaron, la mayoría pidió más quesadillas. Todos fueron muy felices y las quesadillas continuaron evolucionando: surgieron las quesadillas de tres o más ingredientes, las quesadillas fritas, las espadas de 10 centímetros, sin mencionar las formas que se concretarán en el futuro.
Vuela vuela, palomita, por las regiones aztecas, aquí se acaba la historia de La ñora de las kekas.