“¡Viva el Zar Nikolaiechich!
¡Vamos todos a Miami Beach!”
“Oi Gadoñaya”: Les Luthiers.
Aquí está su Wikipedia
Nos eliminaron del Mundial, pero la fiesta pambolera sigue en Rusia, así que es una buena oportunidad para escribir un bello breviario cultural de un país lleno de tradiciones y encantos.
De futbol no sé ni maiz, pero de los rusos conozco un poco más allá de lo que todo mundo sabe: que son espías, hackers, mercenarios de Trump, toman vodka, se curan la cruda con saunas, son campeones de ajedrez, hacen pésima pornografía, bailan de rodillas, comen ensalada rusa, se suben a la Montaña Rusa, juegan a la ruleta rusa (y al black jack ruso), escuchan a Demis Rusos, tienen una Iglesia ortodoxa y un ballet Bolshoi y una mafia que controla en Europa la trata de personas y el tráfico de armas y materiales nucleares; eso cualquiera lo sabe, pero… ¿alguien podría mencionar a sus tres Premios Nóbel rusos favoritos?
Rusia es más que sus clichés y se caracteriza por sus grandes genios en el mundo de la cultura universal. ¡Hoy nos pondremos nuestros gorros de piel de oso y haremos un viaje hacia la lo más recóndito del maravilloso mundo de los rusos!
Música
Son los metaleros de la música clásica. Músorgski, Stravinsky, Chaikovski, Borodin, Rimski-Kórsakov; espectaculares, pirotécnicos, cocainógenos. Nada que ver con los italianos: dulces, melódicos, pegajosos, ancestros ejemplares del Festival de San Ramos y los covers de Yuri.
Los rusos son apasionados, dramáticos, estruendosos, son los que les dan motivos a los directores de orquesta para desgreñarse, perder el decoro y entrar en trance, poseídos por el espíritu de Jimi Hendrix sinfónico.
Recomiendo:
Piotr Ilich Chaikovski:
Obertura 1812. Tiene hasta cañonazos entre su instrumentación, recreando una batalla contra los franceses (de ahí el remix con “La Marsellesa”).
Modest Músorgski:
Una noche en la árida montaña. También está chida su versión disco, que viene en la película Fiebre de sábado por la noche.
Cuadros de una exposición. Excelente el cover de rock progresivo de Emerson Lake & Palmer.
Nikolái Rimski-Kórsakov:
Sheherezade. Están súper chidas las partes cursis como las de acción.
Igor Stravinsky:
El pájaro de fuego y La consagración de la primavera.
¡El puro power! (hasta las han usado en comerciales de coches).
Literatura
Si pretendías leer tres páginas nomás pa’ calar el libro, y te quedaste leyendo hasta la madruga, es que: 1. Te enganchó (con lo cual ya te chingaste, sobre todo si es La guerra y la paz, pues el maestro Tolstoi no se anda por la ramas cuando se trata de escribir libros chonchos) y/o 2. Ya no sabes quién es quién y tuviste que regresar al primer capítulo para recordar los nombres, lo cual no ayudará mucho, pues el autor, arbitrariamente, le cambia los nombres a sus personajes cada tres o cuatro páginas; el mismo personaje puede ser Igor Karloskivoch, el Dr. Scoltraievich, Babá Karlosvki y Vanya el loco (igual que los demás).
Recomiendo:
Dostoievsky:
Crimen y castigo. Novela policíaca psicológica, sobre un atormentado ladrón neurótico (él era neurótico).
El jugador. Cual Burroughs soviético, narra los síntomas de una tormentosa adicción llamada ludopatía (que él mismo padeció).
Anton Chejov:
La dama y el perrito. Normalmente viene con otros cuentos. Maestro del humor, el cuento corto y la críptica descripción costumbrista. También están chidas sus obras de teatro, como El jardín de los cerezos.
Cine
Sus películas de todos los tiempos tienen calidad garantizada (los rusos parecen entrenados para hacer cine, así como los chinos para las acrobacias).
Lo primero que llama la atención de una película rusa es la fotografía. Te quedas anonadado cual perro esquimal observando la aurora boreal. No importa que a veces la trama sea una pachequez abstracta experimental, la sola fotografía vale la pena.
Recomiendo:
Serguei Mijailovich Eisenstein:
El acorazado Potemkin. Obra maestra de la cinematografía obligatoria, donde se aplica por primera vez “el montaje de atracciones” (que sepa Dios que será, pero emociona hasta al espectador más inconmovible). Súper homenajeada la escena del carrito de bebé en las escalinatas de Odessa.
Andrei Tarkovski:
La infancia de Iván, Andrei Rublev, Solaris, El espejo, Stalker, Nostalgia, El sacrificio. Experimental, metafísico, onírico, lento, contemplativo. No apto para fans de los Avengers.