Sudoración fría, taquicardia, respiración agitada, temblores, sensación de ahogo y nauseas, son algunos de los síntomas de un ataque de ansiedad, generada por algún factor externo, interno o incluso puede ser inducido por el consumo de alguna sustancia como la cafeína, como lo indica el Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM V).
La ansiedad es una respuesta adaptativa que surgió durante la evolución y suele ser un recurso empleado para dar al cuerpo una señal de alerta para saber cómo responder ante una amenaza, sin embargo, actualmente se ha convertido en un problema, especialmente cuando el organismo responde de forma recurrente, prolongada o “sin motivo aparente”.
Las personas que padecen este trastorno, saben que hay alguna situación, ideas y miedos que detonan dicha respuesta, por lo general es difícil de controlar, no obstante se pueden aprender técnicas que permiten relajarse ante una crisis de ansiedad, pero éstas no reemplazan la ayuda profesional que permiten detectar el problema desde su origen y tratarlo.
Síntomas
Además de los mencionados al principio también se consideran:
- Sacudidas involuntarias
- Asfixia
- Respiración agitada
- Dolor u opresión en el pecho
- Nauseas
- Sensación de aturdimiento o de desmayo
- Hormigueo en las extremidades
- Miedo de morir, debido a la serie de pensamientos que se desencadenan al momento de las crisis.
Los especialistas señalan que la ansiedad puede deteriorar la autoestima y la sensación de “estarse volviendo loco” al no poder prevenirlas, ni controlarlas.
Existen varios tipos de ansiedad:
- Fobias. Son aquellos miedos que desencadenan por algún objeto o situación específica, en este rubro se encuentran la tripofobia, emetofobia, aracnofobia, entre otros.
- Trastorno de pánico. Las crisis suelen ser recurrentes y ocurren de un momento a otro debido a que son detonados por un agente externo, interno, real o imaginario.
- Trastorno de Ansiedad generalizada. La padecen aquellas personas que tienen los síntomas durante varios días y rara vez se pueden mantenerse estables. Además de los síntomas mencionados, se incluyen la fatiga, patrones anormales del sueño, irritabilidad y preocupación excesiva.
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