En la atención para efectuar la prueba del Covid-19 en el Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán” se involucran alrededor de 14 jóvenes epidemiólogos, infectólogos, enfermeras y expertos, los pacientes deben pasar un filtro que inicia desde la puerta y, de ser candidatos, se les toman muestras con hisopado nasal y faríngeo enviados al laboratorio de detección molecular del virus.
En el instituto se aplica el denominado “triage”, clasificación de riesgos para disminuir los tiempos de espera y reconocer una urgencia.
Las personas, primero, informan a los de vigilancia los motivos de acudir al instituto y si es por cuestión de padecer los síntomas del Covid-19 pasan el primer filtro.
Son recibidos, en el área adaptada para la pandemia, por una enfermera completamente cubierta con guantes y mascarillas que les proporciona gel antibacterial, les enseñan la manera adecuada de expandirlo en ambas manos, cubriendo dedos y otorgan cubrebocas.
Luego los pacientes pasan a un área, delimitada por un cintillo amarillo, donde hay dos personas también cubiertas con batas blancas especiales, mascarillas, guantes, que pregunta datos generales, desde nombre, edad, síntomas, hasta enfermedades, antecedentes de viaje, contactos positivos al Covid-19 y, en caso de considerarlo, pasan al interesado al siguiente filtro, que está a unos metros, completamente delineado.
En esa área hay al menos cuatro médicos, la mayoría jóvenes. Uno toma, de nuevo los datos, otro comienza a realizar la inspección, sobre todo, se enfocan en la respiración para determinar afectación de las vías respiratorias, incluso, les colocan en el dedo un aparato que mide la oxigenación en la sangre.
Las preguntas de viaje, tener contactos positivos y el tener factores de riesgo son evaluados, de inmediato, para pasar al paciente al área de urgencias, completamente despejada, sanitizada, donde hay todo un equipo al pendiente para los casos con síntomas o intervenir en casos graves.
Si la persona presenta síntomas vuelve a dar sus datos para pasar a un consultorio donde una joven epidemióloga considera los signos vitales y llena toda la documentación los cuales se envían al Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE).
Se quita, cada vez que se acerca al paciente, la bata azul. Unas tres veces en promedio. Los googles nunca se desprenden en el cubículo aislado, sin presión, sólo bien acondicionado y con temperatura baja .
En contenedores se separan los insumos utilizados, ya sea el abatelengua, batas y otros residuos, para su manejo como marca el protocolo.
Llama posteriormente a la enfermera que tomará, con hisopado nasal y faríngeo, las muestras que determinará si el paciente es positivo o negativo al Covid-19, que dura menos de un minuto, y finalmente llegan un equipo de otras tres enfermeras que dan indicaciones sobre la sana distancia.
La salida también está delimitada. Es por una puerta rápida que conduce a la de cristal por donde ingresaron. Todo el equipo trabaja organizado.
jlmr