Los microbios varados en la Estación Espacial Internacional (EEI) sólo están tratando de sobrevivir. Un nuevo estudio de la Universidad del Noroeste, en Evanston, Illinois, Estados Unidos, encontró que, a pesar de sus condiciones aparentemente difíciles, la EEI no está haciendo que las bacterias muten en superbacterias peligrosas y resistentes a los antibióticos.
Aunque el equipo descubrió que las bacterias aisladas de la EEI contenían genes diferentes a sus contrapartes terrícolas, esos genes no hicieron que las bacterias fueran más perjudiciales para la salud humana. En cambio, las bacterias simplemente responden, y tal vez evolucionan, para sobrevivir en un ambiente estresante, tal y como se detalla en un artículo sobre este trabajo publicado en la revista mSystems.
"Se especuló mucho acerca de la radiación, la microgravedad y la falta de ventilación, y cómo eso podría afectar a los organismos vivos, incluidas las bacterias —señala la directora del estudio, Erica Hartmann, investigadora en la Universidad del Noroeste—. Son condiciones estresantes y duras. ¿Selecciona el entorno a las superbacterias porque tienen una ventaja? La respuesta parece ser 'no".
A medida que los preparativos sobre el envío de viajeros a Marte se vuelven más serios, hay un creciente interés en comprender cómo se comportan los microbios en ambientes cerrados. "La gente estará en pequeñas cápsulas donde no pueden abrir ventanas, salir al exterior o hacer circular el aire durante largos periodos de tiempo. Estamos realmente preocupados por cómo podría afectar esto a los microbios", apuntó Hartmann.
La Estación Espacial Internacional alberga miles de microbios diferentes, que han viajado al espacio en astronautas o en la carga. El Centro Nacional de Información Biotecnológica mantiene una base de datos disponible públicamente, que contiene los análisis genómicos de muchas de las bacterias aisladas de la EEI. El equipo de Hartmann utilizó esos datos para comparar las cepas de Staphylococcus aureus y Bacillus cereus en la EEI con las de la Tierra.
Presente en la piel humana, S. Aureus contiene la cepa SARM (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina) difícil de tratar, mientas que B. Cereus vive en el suelo y tiene menos implicaciones para la salud humana. "Las bacterias que viven en la piel son muy felices ahí. La piel es cálida y tiene ciertos aceites y sustancias químicas orgánicas que a las bacterias realmente les gustan. Cuando eliminas esas bacterias, se encuentran viviendo en un ambiente muy diferente. La superficie de un edificio es fría y estéril, lo cual es extremadamente estresante para ciertas bacterias", explicó Hartmann.
Para adaptarse a la vida en superficies, las bacterias que contienen genes ventajosos son seleccionadas o mutan. Para las que viven en la EEI, estos genes potencialmente les ayudaron a responder al estrés, para que pudieran comer, crecer y funcionar en un entorno hostil.
"Con base en el análisis genómico, parece que las bacterias se están adaptando a la vida, no evolucionando para causar enfermedades", resume el primer autor del estudio, Ryan Blaustein, científico postdoctoral en el laboratorio de Hartmann. "No vimos nada especial sobre la resistencia a los antibióticos o la virulencia en las bacterias de la Estación Espacial", añade.
Aunque son buenas noticias para los astronautas y los potenciales turistas espaciales, Hartmann y Blaustein apuntan que las personas poco saludables todavía pueden contagiar enfermedades en las estaciones espaciales y en los transbordadores espaciales.
"Dondequiera que vayas, llevas tus microbios contigo. Los astronautas son personas extremadamente sanas. Pero cuando hablamos de expandir el vuelo espacial a turistas que no necesariamente cumplen con los criterios de los astronautas, no sabemos qué sucederá. No podemos decir que si pones a alguien con una infección en una especie de burbuja cerrada en el espacio no se transferirá a otras personas. Es como cuando alguien tose en un avión y todos se enferman", afirmó Hartmann.
RL