La llegada de los hijos es un parteaguas para los matrimonios o relaciones: esa enriquecedora y deseada experiencia trae consigo cambios profundos y desafíos significativos que pueden resquebrajar o fortalecer la conexión entre la pareja.
Según el Instituto Gottman, especializado en relaciones de pareja, el 66% de las relaciones experimentan una disminución en la satisfacción durante los primeros tres años después de tener un bebé. Por ello, es crucial entender cómo ese capítulo puede transformar la conexión, el tiempo compartido y hasta la sexualidad entre la pareja; de tal forma que esos inminentes cambios sirvan para fortalecer y no para distanciar.
"El impacto de los hijos en las relaciones es profundo, pero no tiene por qué ser destructivo”.
El proceso puede variar según la pareja (su estilo de vida, temperamento, tiempos, número de hijos, etcétera). Sin embargo, el Instituto identificó tres elementos clave para hacer frente a los retos de la paternidad y la maternidad.
1. Priorizar la comunicación y la conexión
La crianza es un camino complejo que pone a prueba la paciencia, cordura, paz mental y el trabajo en equipo de la pareja. Y la comunicación se convierte en el escudo más efectivo ante estas adversidades, pues a partir de ella se fijan los convenios y responsabilidades que cada parte tendrá, basándose en sus necesidades, miedos y expectativas.
En ese sentido, el Instituto Gottman también compartió cuatro puntos para fortalecer la conexión diaria:
1. La cita de los 15 minutos
Sin presencia del teléfono celular y, preferentemente, cada tarde entre semana. La recomendación de un artículo de Start Marriage Right es que la primera persona hable durante siete minutos y medio sobre el tema que desee abordar, mientras la otra permanece en silencio y con escucha activa. Una vez terminado el periodo, cambiarán de roles.
Una de las máximas reglas para este tipo de conversaciones, e incluso las discusiones, es recurrir a la primera persona. Es decir, y como explicó el terapeuta Rogelio López Custodio a MILENIO, “decir lo que uno siente y piensa, pedir con claridad lo que uno quiere y abrir la conversación”. Asimismo, evitar las vacilaciones y ser directos o directas con lo que se quiere expresar.
2. Expresar el agradecimiento por algo en específico que hizo la pareja
Al igual que la cita de los 15 minutos (también conocida como 15-minute check-in), expresar agradecimiento puede ser un valor agregado de cada conversación o discusión. Por ejemplo: “Sé que fue difícil hablar de esto, pero gracias por intentar comunicarte de la mejor manera” o “Muchas gracias por apoyarme en lavar los trastes pese a que hoy no te tocaba”.
“Hacer este tipo de cierre ayuda mucho a que la persona se quede con lo que llamaríamos un ‘buen sabor de boca’”, puntualizó Rogelio.
3. Compartir un momento destacado y un desafío del día
4. Preguntarse: “¿Cómo puedo ayudarte mañana?”
El rol de madre y/o padre no debe sustituir al rol de pareja. De hecho, ese es uno de los mitos más comunes del matrimonio: “Piensan que ahora en lugar de ser pareja, somos sólo mamá y papá”, subrayó la sexóloga y terapeuta, Adriana González Piña en entrevista con MILENIO. “Claro que (la relación) cambia, pero de que se transforme a que desaparezca, son dos cosas muy distintas”.
Por ello, la intención es crucial para proteger la relación: si ambas partes se comprometen a mantener viva esa “llama” o “chispa del amor”, el vínculo se mantendrá igual o incluso más sólido tras la llegada de las y los hijos. Y para ello ni siquiera es necesario tomar semanas o meses de vacaciones en otro país; pueden empezar con pequeñas dosis.
Desde prepararse y tomar un café juntos antes que la o el niño despierte para ir a la escuela, caminar por el vecindario para “bajar la comida”, extender la sobremesa para no dejar ese ‘chismesito’ inconcluso o enviar mensajes de “Buenos días”, “Espero te encuentres bien”, “Que te vaya bien en el trabajo”.
3. Agradecer y mostrar aprecio
Naturalmente, el ser humano recuerda más los episodios negativos o desafortunados que aquellos positivos y enriquecedores. Sin embargo, y aunque en la crianza abunden momentos incómodos o molestos, las parejas deben hacer un esfuerzo por observar y apreciar lo que la otra persona hace bien.
Pequeñas expresiones de gratitud pueden fortalecer la conexión y crear una dinámica positiva en la relación. Algunos ejemplos del Instituto Gottman son frases como: “Gracias por encargarte de dormir al bebé para que yo pudiera descansar” o “Noté lo paciente que fuiste cuando el niño lloraba”.
Los hijos sí fortalecen la relación
Aunque la llegada de las y los hijos representa un paso desafiante para la pareja, también puede enriquecer a la relación; toda vez que haya comunicación, entendimiento, colaboración y compromiso de ambas partes.
Uno de los beneficios es que la crianza se vuelve un propósito compartido, pues además de ser pareja y mamá o papá, se convierten en compañeros de equipo que trabajan por un mismo objetivo: nutrir y guiar a otro ser humano. Asimismo, presenciar cómo la esposa/novia o el esposo/novio puede profundizar el amor y el respeto mutuo incrementa la atracción; tanto así que muchas parejas han afirmado sentir mucho más amor y atracción cuando vieron a su pareja en este nuevo rol.
Cuando un bebé llega a la familia, también la capacidad de altruismo y empatía se amplía naturalmente. Las parejas piensan más allá de sí mismos y sus necesidades inmediatas, es decir, trascienden los deseos individuales y fortalecen el compromiso mutuo.
ASG