México está rodeado: más de 11 mil kilómetros de su territorio están junto al mar, lo que lo convierte en un país vulnerable a la llegada de ciclones tropicales. Ante el calentamiento global, el peligro que representan podría aumentar conforme lo hace la temperatura del mar.
Desde hace algunos años, los científicos han centrado su atención no solo en el fortalecimiento de estos sistemas, sino también en el periodo de tiempo en el que lo hacen: logran intensificarse en lapsos cada vez más cortos, como pasó con Otis (2023) o Milton (2024), que en cuestión de horas se convirtieron en huracanes con la capacidad de ocasionar daños catastróficos.
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En ambos casos, el motor principal de ambas máquinas de humedad fue el calor en los océanos.
Con esto en mente, en febrero de este año Michel Wehner, miembro del Laboratorio Nacional Lawrence y James Kossin, asesor de First Street Foundation, plantearon introducir una categoría más a la escala Saffir-Simpson, misma con la que se mide la intensidad de los huracanes y que va del 1 al 5.
MILENIO consultó a un experto para conocer más al respecto, así como el debate que ha despertado la propuesta.
¿Qué se requeriría para un huracán categoría 6?
Actualmente, un huracán categoría 5 es aquel cuyos vientos sostenidos son iguales o superiores a los 252 km/h, no hay un límite como tal.
Hasta ahora, las condiciones no han permitido que la velocidad de los vientos de los ciclones tropicales supere los 320 km/h. De hecho, son bastante raras las tormentas que se acercan a ese rango.
Sin embargo, algunos especialistas, como Kerry Emanuel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), han señalado que, a medida que se calienta el mar y el aire debido a los gases de efecto invernadero de la atmósfera, esta tendencia podría cambiar, e incluso, podría abrir la posibilidad de que a finales de siglo, el valor máximo registrado se acerque a los 350 kilómetros por hora.
De ahí que Wehner y Kossin consideren necesario replantear el rango y sumar la categoría 6, así, un huracán categoría 5 iría de los 252 a los 309 km/h y cualquier ciclón cuyos vientos tengan una velocidad mayor entrarían en la nueva categoría.
Los científicos señalan que, a medida que el cambio climático provoca un aumento en las temperatura del mar, los vientos de los ciclones tropicales se vuelven significativamente más fuertes.
“Sobre la base de múltiples líneas de evidencia independientes que examinan las velocidades máximas de viento simuladas y potenciales más altas, se proyectan más tormentas de este tipo a medida que el clima continúa calentándose”, añaden.
De hecho, en su estudio encontraron que “varias tormentas recientes ya han alcanzado esta intensidad hipotética de categoría 6”.
El huracán Patricia — que después de debilitarse tocó tierra en las costas de Jalisco en 2015— entraría en esta categoría: sus vientos alcanzaron hasta 325 km/h, lo que le dio el título del huracán más fuerte que se ha registrado tanto en el Pacífico como en el Atlántico.
Otro ejemplo reciente sería el de Otis, que azotó al puerto de Acapulco, con vientos sostenidos de 270 kilómetros por hora.
Aunque la propuesta busca “comunicar que el cambio climático ha hecho que los vientos de los ciclones más intensos se vuelvan significativamente más fuertes”, hay un debate respecto a la medida, como señala el Dr. Alejandro Jaramillo Moreno, investigador titular del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y cambio climático de la UNAM.
“Esto en principio se podría hacer, pero tiene otras implicaciones que podrían ser contraproducentes. Por ejemplo, si agregamos una categoría 6, la población podría empezar a pensar que un huracán categoría 5 es menos peligroso”
Y es que, aunque unos parecen más inofensivos que otros, todos los ciclones —incluyendo depresiones, tormentas tropicales— son peligrosos, como alerta el especialista.
“La percepción del peligro juega un papel muy importante en cómo reaccionamos y cómo buscamos protección, ante estos fenómenos”
Más allá de la categoría 6
Hay que tomar en cuenta que la escala Smart-Simpson sólo mide la intensidad de los huracanes en función del viento, no hace referencia a otros posibles peligros relacionados como la marea de tormenta, lluvias, inundaciones y tornados que los acompañan.
“Algo muy importante son las precipitaciones, como vimos este año con el huracán John: los huracanes pueden tener también mucha precipitación y la precipitación no necesariamente está asociada a la intensidad de los vientos”, explica.
El huracán John, con categoría 3, provocó casi tres veces más precipitaciones que Otis, aún cuando este último alcanzó categoría 5. La precipitación es un factor asociado a intensidad de las lluvias, mismas no solo dejan inundaciones a su paso, sino también deslaves.
“Entonces, no nos podemos dejar engañar de que la categoría es la única forma de medir el peligro”, alerta el también miembro del grupo de Hidroclimatología Tropical de la UNAM.
Una nueva forma de pensar en los huracanes
Algunos especialistas, como el Dr. Jaramillo coincide en que actualmente, sería mejor repensar cómo se podría catalogar el peligro de los ciclones tropicales de una forma más integral.
“La escala Saffir Simpson se queda corta en indicarnos cuales son los peligros de estos sistemas. Más que agregar una nueva categoría, podríamos repensar cómo podemos entender los peligros asociados”
Actualmente, una nueva clasificación de los huracanes es un tema de investigación. Aún se está pensado, por lo que no se puede responder con certeza cómo será. Lo que es seguro es que en ella deben considerarse factores como el viento, su capacidad para producir lluvia y la vulnerabilidad de la población.
“La parte social también debe entrar, adoptar un papel en esa estimación del peligro potencial”.
Qué hacer ante un futuro con huracanes potentes
Con un planeta más caliente aumenta la probabilidad de observar sistemas poderosos con más frecuencia. No se sabe con exactitud si serán más potentes, ya que existe la posibilidad de que el mundo ya haya experimentado ciclones más potentes de los que se tiene registro de ellos.
“El periodo de observación de los ciclones que nosotros tenemos es muy corto, podrían haber ocurrido ciclones tropicales mucho más intensos en el pasado, no lo sabemos”, detalla Jaramillo Morno.
No obstante desde finales del siglo XX, con la era satelital, se ha detectado que sí puede incrementar la probabilidad de que en el futuro los grandes huracanes sean más frecuentes debido al calentamiento del océano.
“No quiere decir que vamos a ver huracanes categoría 5 todo el tiempo, pero sí va a ser más frecuente tener sistemas más intensos: de categoría 3, 4, en comparación con lo que ocurría en décadas anteriores”.
Tomando en cuenta lo previsto por los especialistas, puede que en un futuro, México sea afectado por tormentas poderosas con mayor frecuencia. En lo que va de este 2024, el país ha estado expuesto a más de una veintena de ciclones, la mayoría de ellos con categorías superiores a las de una tormenta tropical.
Aumentar el seguimiento de estos sistemas, así como las herramientas de observación, (como por ejemplo los radares meteorológicos que ayudan a prever intensificaciones), son algunas de las medidas que se pueden adoptar ante el panorama actual.
“Si hay un sistema de estos, hay que estarlo monitoreando, si se tienen sistemas de medición, de observación, que permitan ver qué está pasando con el sistema, se puede hacer alertas más efectivas y con mayor información”
No hay duda de que el país es vulnerable a este tipo de fenómenos meteorológicos: grandes ciudades se localizan en las costas y una importante parte de la economía se mueve en los puerto, por lo que, desde la perspectiva de Jaramillo, se vuelve fundamental preparar y educar a la población en mayor riesgo, así como fortalecer a los cuerpos de protección civil.
LHM