Hospitales llenos por coronavirus 'roban' festejo de 10 de mayo a enfermeras

Enfermeras y personal de limpieza no han podido ver a sus hijos y madres ante el temor de contagiar a sus familias del nuevo coronavirus.

Desde hace 35 días, Miroslava Vargas no puede ver a sus hijos, por dedicarse de tiempo completo a atender pacientes de covid-19. (Ariana Pérez)
Andrea Soto ha optado por aislarse de sus hijos, para no contagiarlos. (Ariana Pérez)
Vanessa Job
Ciudad de México /

Desde hace 35 días que la enfermera Miroslava Vargas no puede vivir con sus tres hijos. Es madre soltera y el sostén de su familia: un hijo de 22 años, unas gemelas de 11 y su madre Virginia.

“Quiero desayunar con ellas, llegar del trabajo y decirles cómo me fue, arreglarles su ropa, hacerles sus trenzas, ahorita estoy viviendo sola”, dice la enfermera que pasará el día y la noche de este 10 de mayo atendiendo a siete pacientes covid-19 que tiene a su cargo en el Hospital General Regional 1, Doctor Carlos Macgregor Sánchez Navarro en la Ciudad de México.

Unos minutos antes de entrar a su turno, le llamó a su madre para felicitarla. La señora Virginia Pérez le pidió que se cuidara porque nunca en su vida había visto algo como lo que estamos viviendo con esta pandemia. “Esta situación a nivel mundial me tiene horrorizada, pero al mismo tiempo me siento muy orgullosa de mi hija”, le dijo mientras a Miroslava se le veía el rostro a punto del llanto.

“Sus hijos están esperando, necesitamos que ella viva mucho tiempo, porque ella es la que nos sostiene, ella nos sostiene económica y moralmente”, me dijo la madre de Miroslava al saber que estábamos grabando la llamada telefónica.

​En el hospital, cuenta Miroslava, hay más o menos 40 mamás internadas, algunas de ellas intubadas. “Son madres que no sé si vuelven a ver a sus hijos”, reconoce ante lo rápido que se deterioran los pacientes que son hospitalizados por el virus.

Es tiempo de que Miroslava ingrese al hospital, pero aprovecha para enviarles amor a sus hijos. “Ismael, Mané, Vivían, les mando un abrazo hijos. Pronto nos vamos a ver, esto va acabar y también un abrazo a todas mis compañeras que son enfermeras que se están rifando, pero duro”.

Por la puerta de urgencias sale la residente Samantha Córdoba.

—¿Puedo mandar un saludo a mi mamá?—, pregunta al ver la cámara de televisión que sostiene mi compañero Jesús Soberanes.

Samantha tiene 26 años y en su actitud se refleja mucho entusiasmo por salvar vidas a pesar del costo que ha tenido que pagar.

—Feliz día de las madres a todas, les mando abrazos y a mamá le digo que pronto nos vamos a ver—, dice la joven que pide que la cámara no grabe sus pies. Trae puestas unas chanclas de plástico porque sus zapatos se contaminaron de coronavirus.

“Mi mamá está súper preocupada, quiere que le mandé fotos todo el tiempo de lo que estoy haciendo, del equipo de protección que uso”, dice antes de volver a sus labores al interior del hospital.

El esposo e hijos de Andrea Soto comparten el mismo sentimiento que la madre de Samantha. Ella es una de las auxiliares de limpieza e higiene del hospital y ahí ya van tres empleados como Soto que se contagiaron. Todos lograron recuperarse.

“Estamos en el entorno del paciente, sacudimos la cama, le lavo su cómodo, recogemos su basura. De esa forma es la forma como nosotros luchamos contra ese virus”, dice portando su uniforme azul.
Andrea Soto ha optado por aislarse de sus hijos, para no contagiarlos. (Ariana Pérez)

Andrea tiene dos hijos de 8 y 10 años de edad que no ve desde que comenzó la fase tres y el hospital se llenó de pacientes con coronavirus. Tiene miedo, no de contagiarse, sino de llevar el virus a su hogar.

Antes de aislarse los veía, pero siempre con el miedo, por eso les repetía: “Abel y Mateo los amo, entiendan que este miedo y este rechazo cuando llego a verlos y que les digo, no se acerquen no es porque no los amo, al contrario es porque los amo demasiado”.

Hoy sus hijos la llamaron para felicitarla.

—¿Qué te dijeron?, le pregunté.

—Que me amaban mucho, que me extrañaban y que me deseaban un feliz día por ser una mamá tan buena. Andrea no terminó de decir la frase cuando se le quebró la voz ante la nostalgia de aquellos días junto con su familia.

Por ahora no hay tiempo para más, Andrea también debe volver al campo de batalla y colocarse esos googles y mascarilla que le dejan marcas en la piel. A todas las consuela que esto en algún momento terminará y volverán a abrazar a sus hijos y a sus madres.

RLO

LAS MÁS VISTAS