De los 100 familiares de Rogelio, entre hermanos, hermanas y sobrinos el covid-19 infectó a 25, algunos de gravedad y le arrancó la vida a su hermano Heriberto de 78 años.
“Han sido malas experiencias y noticias tristes”, reconoce este hombre, docente administrativo, originario de Zimapán con más de 20 años viviendo en la capital del estado.
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Rogelio Cantera cuenta que su familia es grande, de 12 hermanos y hermanas, entre esposas, esposos, sobrinas y sobrinos llegan al centenar. De todos los que se han contagiado solo uno de sus hermanos perdió la vida.
“Varios se han enfermado, algunos son muy jóvenes y han resistido y se han cuidado también, han sido como unos 25, la mayoría sobrinos, entre nosotros nos decíamos por teléfono que había que cuidarnos porque esto es peligroso”, dice.
Tras el fallecimiento de su hermano a causa del covid Rogelio asegura que es algo que no se le desea a nadie pues es una experiencia de la cual hay que aprender.
-¿Usted cómo despidió a su hermano?
-Con mucha tristeza, con tristeza porque sucedió y ni modo.
Cuenta que en Zimapán la costumbre es tocar las campanas cada que hay algún fallecimiento, por la causa que fuera y que en enero las campañas se tocaron casi a diario por los muertos de covid.
Reconoce que tiene miedo al coronavirus y que es algo natural sentirse así en medio de la pandemia que cumplió ya un año en el estado el pasado mes de marzo.
En un año de pandemia Rogelio, de 69 años, no se ha contagiado del virus. Este lunes, minutos después de las 10 de la mañana, en las instalaciones de la Feria de Pachuca, recibió la segunda dosis de la vacuna Pfizer contra el covid-19.
“Me siento muy bien, con mayor seguridad, le agradezco al gobierno, es una forma de estar más seguro, pero no confiado, está uno mejor mentalmente sobre todo”, dice.
Aunque recibió ya las dos dosis de la vacuna asegura que se va a seguir cuidando con el cubrebocas, el lavado de manos constante, gel antibacterial, la sana distancia y quedarse en casa porque la pandemia sigue.
“Seguiré con mi vida normal pero con los mismos cuidados sanitarios, no confiarse, seguirse cuidando porque todavía nos falta un buen trecho para salir de esto”, dice Rogelio.
El docente cuenta que aceptó ponerse la vacuna contra el covid-19 porque es el único medio científico para protegerse del virus tras su aparición en el mundo en diciembre del 2019.
Sin embargo, reconoce que en el último año de la pandemia ha sido particularmente difícil para él pues ha tenido trastornos de sueño, de comida, mental y emocionalmente.
“Mi trabajo es de andar en las escuelas, entonces estar encerrado y trabajar únicamente con la tecnología siempre es estresante y sí he tenido muchos trastornos emocionales”, reconoce mientras espera a que no tenga ninguna reacción con la segunda dosis de la vacuna en su brazo izquierdo.
Rogelio cree que con la pandemia el planeta se está cobrando una factura porque los humanos no han sabido cuidarlo, no cuida el medio ambiente, el agua, los árboles y contamina.
Considera que esto debe ser un aprendizaje para los humanos y para las nuevas generaciones y tener conciencia real de cuidar el mundo en el que se vive y se habita.
“Esto va a ser una experiencia para la humanidad entera, tenemos que aprender a convivir bien en nuestro planeta y cuidar del medio ambiente y los recursos naturales, que aprendamos la lección”, reflexiona antes de irse a casa.