“Yo no quería ser trasplantólogo”, confiesa el cirujano general y trasplantólogo Federico Javier Juárez de la Cruz al rememorar sus primeros años cuando pensaba en ser neurocirujano. No conocía la especialidad, ni el impacto que tendría en su vida. Su trayectoria comenzó a tomar rumbo al ingresar al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Su preparación en este instituto, uno de los más destacados de Latinoamérica, lo llevó a cursar Medicina Interna y Cirugía General. Con esas dos especialidades y la experiencia adquirida, descubrió que la cirugía compleja era un reto que asumía con pasión. Así, emprendió un camino que lo convertiría en una figura clave en el campo de los trasplantes de órganos en México, particularmente en el norte del país.
Su habilidad y dedicación lo posicionaron como el mejor residente de su especialidad. Tras un año más en el hospital en la Ciudad de México, solicitó autorización para realizar subespecialidades en Trasplantes y en Hígado, lo cual le fue concedido.
En 1985, al regresar a Torreón, encontró que el Hospital General de Zona 71 del IMSS, recién elevado a Hospital de Especialidades, sería su nueva base. Con gran convicción, asumió la meta de desarrollar una cultura de trasplantes.
“Comencé a enseñarles todo lo que sabía sobre trasplantes. Fue una labor titánica, me tomó dos años preparar al equipo. Entusiasmé a médicos, a dos nefrólogos, y con su ayuda preparamos al personal necesario”.
Finalmente, el 20 de enero de 1987, se realizó el primer trasplante renal con donador vivo relacionado en Coahuila. La receptora, una paciente conocida como “Malucha”, sigue viva con el órgano funcional, casi 38 años después.
En 1989, en ese mismo centro se llevó a cabo el primer trasplante de páncreas. Además, el doctor Federico Juárez, junto con otros médicos, impulsaron una reforma legislativa que permitió, en 1996, que el estado de Coahuila reconociera legalmente la muerte cerebral como criterio para la donación de órganos. “Eso nos permitió trasplantar con mayor tranquilidad”.
Sostiene que su logro no fue el número de trasplantes realizados, sino haber contagiado a otros de esta pasión, haberlos convencido de que podían ser parte de la historia. Bajo su liderazgo, Torreón alcanzó un récord de 157 trasplantes en un solo año. Su presencia en prestigiados foros internacionales es muy nutrida.
En 2015, al jubilarse del Seguro Social, se habían registrado 2,484 trasplantes bajo cirugías a su cargo. Su jubilación fue uno de los momentos más emotivos en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) 71, donde se erigió un busto en su honor. Lo mismo ocurrió en el Hospital Angeles Torreón, donde continúa ejerciendo la medicina privada.
En 1991, realizó el primer trasplante de intestino en Latinoamérica. En 1998, abordó en Suecia el tema del trasplante renal cruzado, mismo que realizó en 1996 como el primero en su tipo en América. Por su valiosa experiencia sobre este tipo de procedimientos, fue invitado como autor de un capítulo en un libro conmemorativo del aniversario 80 del IMSS.
Con profundo respeto por todas las profesiones, concluye:
“No hay carrera más satisfactoria que la del médico. Hay dos cosas que todos los seres humanos necesitamos tener bien: la salud y la vida. Y nosotros precisamente nos dedicamos a eso. Es una satisfacción enorme”.
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