Dos años y once meses, tuvo que esperar César para ser trasplantado, se dice que la tercera es la vencida, pero además sumándole fe y tras una serie de estudios hubo compatibilidad entre él y Lalín, su donante. Ahora con cuidados especiales intenta mantener una vida normal desde el 2018.
“Fue una sorpresa muy grande, tanto económico, físico y moral porque nunca habían tenido en la familia a una persona enferma así. Y más porque no sabes si vas a salir bien o vas a salir mal”, recordó César Monroy.
Oriundo de la Ciudad de México, pero adoptado por la ciudad zapatera, su vida cambió desde los 22 años cuando le diagnosticaron insuficiencia renal, era necesario el riñón y la espera se veía lejana, sus esperanzas se difuminaban cada vez que le decían que no era candidato, no le quedaba de otra más que darse la vuelta y continuar su diálisis, acción repetida en una segunda ocasión, hasta aquel 6 de septiembre que lo cambió todo.
“Viene acercándose una señorita y yo no sabía que era anestesióloga, me dice, fírmeme aquí Cesarín, yo pensaba que era mi alta, y me respondió que era el único que había quedado en lista de trasplante, así que ya te me vas para el quirófano, hasta lloré”, relató con voz entrecortada.
César renació aquel viernes por la noche, su gratitud era inmensa, que se dio a la tarea de buscar a la familia de su donador, dio con la señora Verónica, madre de “Lalín” un joven de 30 años quien tras un accidente vial, agonizó durante 5 días en el hospital y tuvo su deceso por muerte cerebral.
“Estamos agradecidos porque sabemos que dio vida a mucha gente y que el no se ha ido, el está aquí con nosotros en distintas personas y le agradecemos a Dios que gracias a esta Asociación, con los órganos de otras personas viva más gente”, platicó la señora Verónica Estrada, mamá del donante.
La última voluntad de “Lalin” fue convertirse en donador de órganos, en vida dejó una esposa y una bebé que no alcanzó a conocer al nacer. S u partida fue dolorosa, los médicos les informaron que el joven formaba parte de los 5 mil donadores que hay en Guanajuato, al principio, una decisión difícil.
“A veces es un egoísmo porque quieren que sus familias se vayan enteras, pero con el tiempo dije, sí que donen para que salven más vidas y así sepan sus familiares, están vivos en otras personas”, señaló.
Este de dar vida ha crecido, pues a la lista de donadores se sumaron sus dos hijos y el mismo “Cesarin” quien en agradecimiento que murió en un infortunio, le ha permitido vivir y encontrar el amor.