La educación menstrual sigue siendo un tema tabú en muchas sociedades, a pesar de su impacto directo en la vida de niñas, adolescentes y mujeres. La falta de información y la normalización del dolor y la vergüenza alrededor de la menstruación pueden generar problemas físicos, emocionales y sociales que terminan perpetuando la violencia de género.
Minerva Almazán, educadora menstrual y fundadora de la Academia de Educación Menstrual, relató cómo su experiencia personal la llevó a investigar y profundizar en el tema. "Yo era de las personas que tenía cólicos menstruales terribles desde la adolescencia. Ya más grande, de los dolores me tenía que ir casi arrastrando a trabajar. Fui con doctores y lo único que me recetaban eran más pastillas y analgésicos. Una vez fui con un doctor y le dije no es posible, no puedo vivir así toda mi vida a lo que me dijo: ‘Acostúmbrate, es parte de ser mujer’. Eso me movió muchísimo. No es posible que estemos destinadas a eso".
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La falta de educación sobre el ciclo menstrual afecta no solo la salud, sino la autoestima y el bienestar de las mujeres. Almazán explicó en entrevista para MILENIO que la menstruación no es solo un proceso reproductivo, sino que tiene un componente emocional y psicológico crucial.
Sin embargo, esta información no está al alcance de todas. De acuerdo con UNICEF, sólo el 16% de las niñas y adolescentes en México tienen conocimientos adecuados sobre la menstruación. Además, cuatro de cada diez estudiantes que menstrúan han faltado a la escuela al menos un día al mes por falta de acceso a productos menstruales o por miedo a la vergüenza y la discriminación. Esta situación impacta su educación y limita sus oportunidades futuras.
Además de la desinformación, otro gran obstáculo es el estigma. "A las mujeres se nos ha enseñado a reprimir nuestras emociones, a ignorar nuestras necesidades y a percibir nuestro cuerpo como algo sucio o defectuoso. Esto afecta nuestra autoestima y nos hace más vulnerables a relaciones abusivas. Cuando las mujeres entendemos nuestro ciclo y nuestra naturaleza, podemos poner límites sanos y reconocer nuestro valor", explicó la especialista.
En México, ha habido avances en políticas públicas. En noviembre de 2021, la Cámara de Diputados modificó la Ley del Impuesto al Valor Agregado, eliminando el 16% de impuesto sobre los productos de higiene menstrual. Esta medida benefició especialmente a mujeres en comunidades de bajos recursos con acceso limitado a estos insumos.
En septiembre de 2022, el Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma a la Ley de Centros Penitenciarios de la CDMX, con el objetivo de garantizar el suministro de productos de higiene menstrual a personas privadas de la libertad. Además, se reformó la Ley de los Derechos de Niñas y Adolescentes para impulsar medidas que eliminen los prejuicios en torno a la menstruación. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer.
"No basta con dar toallas sanitarias. Es necesario incluir la educación menstrual integral en los programas escolares y en el sistema de salud. Las mujeres no solo deben aprender sobre su ciclo biológico, sino también sobre su impacto en la inteligencia emocional y el desarrollo personal", resaltó Almazán.
La educación menstrual es esencial para empoderar a las mujeres y reducir su vulnerabilidad a la violencia de género. Al romper los tabúes y proporcionar información adecuada, se promueve la igualdad y se garantiza que las mujeres puedan participar plenamente en la sociedad sin restricciones ni discriminación. Es fundamental que tanto las políticas públicas como las iniciativas comunitarias continúen enfocándose en este tema para construir una sociedad más justa y equitativa.
Conocer y comprender este proceso biológico que nos acompaña toda la vida, también permite prevenir la violencia que ejercemos hacia nosotras mismas al rechazar la menstruación. “Cuando tú no puedes ver este ciclo, tu sangre, tu cuerpo con amor y el respeto que se merece también ejerces una violencia sobre sobre ti. Otra cosa que sucede es que también promueve la violencia contra la mujer porque no hay un respeto por este sistema perfecto que fue diseñado por la naturaleza, al contrario, se ve como algo defectuoso o algo mal diseñado, algo que nos hace débiles y vulnerables. Cuando es todo lo contrario. Entonces, si nosotras mismas no empezamos a comprender el valor de esta herramienta de vida que tenemos instalado por default en nuestro cuerpo, cómo lo van a valorar o respetar los demás.”, resaltó Minerva.
Este entendimiento sobre nuestro cuerpo es fundamental no solo para nosotras, sino también para prevenir la violencia de género, y debe involucrar a los hombres. “La educación menstrual no solamente debe ser para niñas o mujeres, debería ir dirigida a niños, a varones, porque eso ayudaría a prevenir muchísima violencia contra niñas y mujeres. Cuando los hombres comprenden este sentido evolutivo, para ellos también va a resultar mucho más fácil tener una convivencia sana con las mujeres con las que se relaciona.”, agregó la educadora Almazán.
Promover la educación menstrual es un paso fundamental para erradicar la violencia de género. Informar, normalizar y visibilizar la menstruación no solo mejora la calidad de vida de las mujeres, sino que también contribuye a una sociedad más equitativa y libre de violencia.
CHZ