A pesar del miedo y de la incertidumbre, Olga Lidia Rosales González sigue amando su profesión pues el ser enfermera le ha permitido ayudar a la gente, sobre todo durante la aplicación de la vacuna contra el covid-19.
Desde hace más de 12 años, Olga Lidia forma parte del personal del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), es Técnica de Atención Primaria a la Salud (TAPS) y desde hace un año forma parte del personal vacunador que distribuye los distintos biológicos anticovid.
“Ha sido muy satisfactorio porque podemos decir que estuvimos apoyando en esta pandemia, pudimos apoyar en evitar la transmisión, en darle más seguridad a nuestros pacientes”.
Un año de mucho trabajo
A un año de que arrancara la Estrategia Nacional de Vacunación contra el Covid-19, en el Estado de Mexico, su profesión tomó un nuevo reto, pues se sumó a las brigadas de vacunación, lo cual le ha traído grandes experiencias.
“Amo mi profesión, la verdad es que a pesar de todo, de los miedos, de los contratiempos, amo mi profesión, amo lo que hago, y eso es lo que nos da esas ganas, ese ánimo de seguir adelante, nos alienta a pesar del cansancio, de que todavía somos madres de familia y tenemos que llegar a la casa, hacer comida, atender a los hijos y demás, la satisfacción de poder atender y ayudar a la gente es el mejor motor”.
A pesar de las largas jornadas y de días intensos en los que las filas de pacientes que buscan vacunarse parecen interminables, ve a su labor como un granito de arena que suma y que en conjunto con sus compañeros y compañeras que integran el sector salud, han creado una barrera para frenar los contagios contra el covid-19.
Largas jornadas de trabajo
Durante este último año, su trabajo ha comenzado un poco más temprano de lo habitual, con una hora de entrada entre las 7:00 y las 7:30 de la mañana, mientras que su hora de salida se retrasa, pues los distintos módulos de vacunación contra el covid-19 cierran sus servicios a las 17:00 horas.
“En lo que entregamos y realizamos el cierre de los módulos nos dan las 5:30 o 6:00 de la tarde, a esa hora vamos saliendo”.
Una nueva vacuna
En un principio, recuerda, había cierto temor, tanto por parte de los pacientes como del propio personal de salud, ya que al ser una nueva vacuna, no se tenía mucha información al respecto, e incluso, se tenía un poco de miedo de desperdiciar las dosis o que el manejo fuera muy complicado; sin embargo, conforme avanzaron los meses, la confianza fue incrementando.
“Como era un biológico nuevo, todas nuestras dudas se nos fueron despejando poco a poco, como era una enfermedad nueva también le tuvimos que estudiar, nos tuvieron que capacitar acerca de todos los biológicos que íbamos a estar aplicando, la verdad sí fue diferente”.
El temor a la gente, una de sus preocupaciones
En los dos últimos años, señaló, uno de sus principales temores fue el contagio y la gente, ya que el riesgo seguía latente, complicando su trabajo en campo.
Como madre de dos hijos, detalló, el miedo de llevar a casa el virus era algo que no podía quitarse de la mente; sin embargo, poco a poco, el valor y las ganas de ayudar a otros le permitieron avanzar y poder formar parte de este equipo de vacunadores y vacunadoras que han protegido a millones de mexiquenses.
“Somos seres humanos y decíamos ‘híjole, nos vamos a contagiar’, sobre todo el miedo de llevar la enfermedad a nuestra familia, eso fue lo más complicado”.
Las personas son muy agradecidas
En este periodo ha logrado reunir cientos de experiencia, que sin duda, le han llenado el corazón, pues nunca imaginó el agradecimiento de tantas personas, especialmente de las y los adultos mayores, quienes en cada jornada han demostrado su sencillez, valentía y cariño que pueden sentir por la gente.
“Las personas mayores son muy agradecidas, son muy agradecidas en distintos aspectos, siempre nos dejan mil bendiciones; en las familias aún se ve esa unión, que todavía se preocupan por ellos, que los traen, que andan preguntando cuándo es su próxima dosis, cómo le tengo que hacer si se me pone mal y demás, eso nos ha dejado”.
KVS