Monjes, alquimistas, curanderos y médicos han escrito sobre los venenos, desde sus efectos hasta los remedios. A lo largo del tiempo la forma en que son suministrados ha cambiado, sin embargo, hasta el día de hoy su creación y modificación sigue compartiendo un mismo objetivo: asegurar la muerte.
Es por ello que ya desde la antigüedad los tóxicos eran empleados como armas, instrumentos estratégicos para hacer daño a la distancia. Este uso ha trascendido en el tiempo, de hecho, actualmente, el crimen organizado en México ha fusionado la tecnología para crear métodos de ataque más mortíferos.
En Michoacán, entidad asediada por grupos delictivos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), se han reportado agresiones con sustancias químicas, mismas que son esparcidas a través de drones modificados.
Según lo declarado por autodefensas que han sido víctimas de dichas agresiones —y que dieron sus testimonio a MILENIO— el veneno cargado en los narcodrones ya habría sido identificado: se trata de un insecticida, cuyo nombre se omitirá por cuestiones de seguridad.
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¿Qué es lo que se sabe del veneno?
Desde hace mucho tiempo este compuesto ha sido utilizado ampliamente para el control de plagas en el maíz, trigo, arroz, soja, papas y algunas frutas. Sin embargo, en 2021 el Gobierno de México prohibió su importación, esto como medida para eliminar su uso.
Actualmente se tiene el conocimiento de que este insecticida puede ocasionar efectos adversos en la salud y tiene repercusiones negativas en el medio ambiente.
Esta sustancia puede afectar tanto a humanos como a animales solo con ser inhalada. Al ser ingerida llega a tener consecuencias mortales, es por ello que la Red Internacional de Plaguicidas (PAN, por sus siglas en inglés) la ha catalogado como de Alta peligrosidad.
¿Qué provoca en el cuerpo humano?
Autodefensas de Michoacán narraron que en la ocasión en la que uno de sus compañeros fue atacado con un dron se liberó el humo con el químico, mismo que fue inhalado por la víctima.
En el hecho, se afectaron los pulmones del hombre, quien además perdió movilidad: “a veces le duelen los pies y las manos, no puede caminar", narraron.
Y es que, de acuerdo con diversos estudios, este insecticida tiene la capacidad de afectar el sistema nervioso central, lo cual puede desencadenar convulsiones y depresión respiratoria; además, en largos períodos de exposición pueden ocasionar alteraciones hormonales.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) —y la propia hoja de seguridad del veneno— una sobreexposición a esta sustancia puede ocasionar: sudoración, visión borrosa, contracción de pupilas, calambres musculares, vértigo, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, manchado abdominal, salivación, amoratamiento de la piel, pérdida del conocimiento, convulsiones, un paro respiratorio y coma.
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En este caso, los especialistas aconsejan consultar inmediatamente a un médico y realizar las siguientes acciones (dependiendo del caso):
- Proporcionar apoyo con respiración artificial (mascarilla de oxígeno)
- Quitar las ropas contaminadas, lavar la piel con agua y jabón
- En caso de que haya alcanzado los ojos enjuagar con abundante agua
- En caso de ser ingerido beber una papilla de carbón activado en agua, mismo que debe ser proporcionado por médicos en las dosis requeridas.
Sus otros efectos en el ambiente
Justo debajo del dibujo de un cráneo y dos huesos en se lee: “MANTÉNGASE EN UN LUGAR CERRADO, ALEJADO DE PERSONAS, ANIMALES, ALIMENTOS Y MEDICINAS”, se trata de los elementos que se observan en la botella del insecticida.
La letalidad de este veneno, que hoy se advierte en la etiqueta, ya había sido detectada desde mucho tiempo atrás, no solo en México, sino en distintas partes del mundo. No es fortuito que Estados Unidos lo retirara del mercado desde 2009 y que esté prohibido en más de 80 países.
Sin embargo, pese a todo pronóstico, esto no ha impedido su uso. Debido a su precio, fácil acceso y su capacidad de exterminio, en algunas regiones se sigue utilizando como plaguicida, lo cual ha implicado la muerte de diversas aves, peces y abejas (animales que son especialmente sensibles al compuesto).
Según los especialistas, esto ocasiona afectaciones en la cadena alimenticia y rompe procesos vitales dentro de los ecosistemas, lo que a su vez se traduce en graves consecuencias para el medio ambiente.
A este panorama se suma el nuevo uso que le han dado los cárteles mexicanos, lo que hoy acrecienta el legado tóxico de la sustancia.
LHM