La ausencia de protocolos clínicos actualizados, la falta de certificación del personal y expedientes médicos incompletos continúan provocando muertes prevenibles y un incremento sostenido de quejas en la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED), alertaron especialistas.
Jesús Olivares Villa, de CONAMED, subrayó que buena parte de los conflictos se originan en fallas del proceso y no del resultado clínico.
“Lo primero que analizamos no es si el paciente vivió o murió, sino cómo se le atendió: qué se hizo, qué se omitió y si se documentó. Cuando el expediente no está completo, el acto médico queda en duda. Y lo repito siempre: lo que no está escrito, no existe”, dijo.
El experto añadió que muchos expedientes omiten información esencial como diagnósticos, tiempos, decisiones clínicas y riesgos explicados, lo que convierte incluso una actuación correcta en un posible acto negligente.
“La falta de registro es, por sí misma, una falla grave”, señaló durante el webinar Protocolos médicos y derechos del paciente, organizado por la asociación Soy Paciente.
En la sesión, Moraima Cano Valdez, especialista en gestión de calidad hospitalaria, presentó varios análisis clínicos que exhiben fallos sistémicos recurrentes.
Sobre el caso de un hombre de 54 años con síntomas claros de infarto, explicó: “el hospital no tenía protocolos de manejo. El médico diagnosticó gastritis porque interpretó el dolor a partir de su experiencia personal. No hubo electrocardiograma, no hubo monitoreo, no hubo oxígeno. Enfermería no actuó porque no tenía una indicación formal. Y eso pasa todos los días en México”. Cano enfatizó que la muerte del paciente fue consecuencia de un encadenamiento de errores: “Aquí no falló una persona: falló todo el sistema”.
La especialista profundizó que “cuando no hay procesos estandarizados, la atención depende del turno que te toque.
“En la mañana puede salvarte un protocolo; en la noche puede matarte una interpretación aislada. Esa variabilidad no es aceptable en ningún sistema que aspire a garantizar seguridad”.
En contraste, relató la atención de un paciente con un cuadro idéntico, pero en un hospital con protocolos vigentes.
“Agarraron el caso como debe ser: en menos de diez minutos ya tenían electrocardiograma, activación de código infarto y un equipo trabajando coordinado. No tuvieron que esperar indicaciones porque el protocolo ya decía qué hacer. Y eso salvó la vida del paciente”.
La atención estandarizada permitió reducir tiempos críticos: “Los minutos de un infarto no se discuten; se actúa o se pierde músculo cardíaco”.
Cano también alertó sobre la fragilidad de muchos expedientes clínicos en el país.
“En México tenemos expedientes que parecen resúmenes, no registros clínicos. Sin trazabilidad no hay verdad, no hay defensa y no hay aprendizaje. El expediente es la memoria del hospital. Si esa memoria está rota, las decisiones futuras se toman a ciegas”.
Otro episodio descrito correspondió a un paciente con descompensación diabética que fue atendido sin una sola medición de glucosa.
“Es increíble, pero pasó: no había una sola cifra registrada”, aseveró Cano.
Sin registro de acciones
Cuando el paciente empeoró, tampoco existían notas que permitieran reconstruir la atención. Sobre ese punto, Olivares Villa añadió: “Si no hay registro de acciones, legalmente es como si no se hubieran hecho. Y eso coloca al profesional y al hospital en una posición muy vulnerable”.
La sesión también abordó la problemática del consentimiento informado.
Cano explicó que, aunque la ley es clara, muchos hospitales siguen tratando el documento como un requisito administrativo.
“Un consentimiento firmado sin explicación no es consentimiento. El papel no sustituye al diálogo”, señaló.
Ante la queja de una mujer que sufrió complicaciones tras una cesárea con un consentimiento incompleto.
Olivares Villa afirmó que el “consentimiento informado es un acto de autonomía, no un formulario. Si se firma sin comprender, está viciado. Y eso tiene consecuencias legales”.
Asimismo, se relató la atención de un joven con una fractura expuesta que permaneció más de dos horas sin antibióticos ni estabilización, pese a que el protocolo del hospital era claro.
Cano fue contundente: “Tener el protocolo guardado en un cajón no salva vidas. Aplicarlo sí”.
Más allá de los episodios individuales, Cano advirtió sobre un problema profundo, que es la falta de cultura de reporte interno. “Muchos hospitales no reportan errores porque temen represalias. Pero esconder los errores garantiza que vuelvan a ocurrir. Sin reportes no hay mejora”.
A esto se suma la marcada desigualdad entre instituciones. “En un hospital tienes todo: rutas de atención, auditores, equipos capacitados. En otro, a dos calles, no hay ni un protocolo de urgencias. La calidad depende del código postal, no del diagnóstico”.
La continuidad de la atención también fue señalada como un punto crítico. Pacientes trasladados entre niveles llegan sin notas clínicas completas.
“He visto traslados graves que llegan sin una sola explicación de lo que se hizo. Esa falta de continuidad mata”, advirtió Cano.
Olivares Villa explicó que la CONAMED evalúa cada caso según el principio de lex artis ad hoc, es decir, con base en la evidencia y los recursos disponibles al momento del evento.
“No pedimos milagros, pero sí exigimos diligencia. Actuar sin protocolo, sin actualización o sin registro es faltar a la lex artis”, señaló.
Enfatizó que negar un expediente o entregarlo incompleto es una violación a los derechos del paciente y un obstáculo para determinar la verdad clínica.
Urgen a un cambio en los protocolos
Por su parte, Luis Fernando Hernández Lezama, presidente de Soy Paciente, llamó a construir un sistema donde la seguridad del paciente no dependa de la suerte. “En países con sistemas robustos, salirse del protocolo implica perder la licencia. Aquí todavía estamos discutiendo si usar protocolos es necesario. Es urgente un cambio. Protocolos actualizados, personal certificado y transparencia: esa es la base de un sistema confiable”.
Hernández Lezama agregó que casi la mitad de la atención en México ocurre en servicios privados, lo que hace indispensable una estandarización nacional.
“Hoy tenemos hospitales de primer mundo junto a unidades sin procesos elementales. No puede haber dos Méxicos en salud”, dijo.
Y remató: “Los protocolos no son burocracia: son la columna vertebral de la seguridad del paciente. Sin ellos no hay trazabilidad, no hay justicia y no hay defensa posible para nadie”.
El seminario concluyó con un mensaje inequívoco: detrás de muchas muertes evitables y de cientos de quejas médicas al año no hay diagnósticos imposibles, sino fallas de procedimiento, de capacitación y de documentación en un sistema donde la estandarización clínica continúa siendo una deuda urgente e impostergable.
LG