Desde 1970, la fauna silvestre ha disminuido 68 por ciento en todo el mundo, pero en América Latina la pérdida es más dramática, las poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios se han reducido en un promedio de 94 por ciento principalmente por la expansión de la frontera agrícola para la producción de alimentos, reporta el Informe Planeta Vivo 2020.
“A a nivel global, en todas las regiones del planeta hemos detectado una disminución promedio de 68% de las 21 mil poblaciones estudiadas de mamíferos, aves, anfibios y peces. Es un informe comparativo entre 1970 y la fecha actual, no significa que todas las poblaciones del planeta han disminuido 68%, pero sí las más estudiadas. América Latina es la región con mayor pérdida y degradación del hábitat por procesos impulsadas por la expansión de la frontera agrícola para la producción de alimentos”, dijo Roberto Troya, director regional de WWF para América Latina y el Caribe.
En conferencia virtual, Roberto Troya comentó que el cambio de hábitat para muchas de esas especies, la falta de planificación, crecimiento urbano, sobreexplotación de especies y el cambio climático son las principales causas de la destrucción masiva a una velocidad acelerada con un costo para el planeta y la salud de los seres humanos, como evidencia la actual pandemia de covid-19.
“La pérdida de hábitats, la modificación de ambientes naturales y, en general, la pérdida de biodiversidad son factores que han propagado las enfermedades infecciosas emergentes. Las enfermedades que se originan en animales causan casi 3 millones de muertes cada año. Para prevenir futuras pandemias tenemos que cambiar y restaurar la relación de la humanidad con la naturaleza”, señaló María José Villanueva, Directora de Conservación de WWF México.
Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia, destacó que nos estamos comiendo al planeta, pues la producción de alimentos es responsable del 80 por ciento de la deforestación global y 30 por ciento de emisiones globales de gases de efecto invernadero, además de que 70 por ciento del agua del planeta se usa para irrigación.
El Índice del Planeta Vivo (IPV) mide la abundancia de casi 21 mil poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel global. En América Latina y el Caribe se encontró en las tendencias negativas de reptiles, anfibios y peces, grupos que se ven afectados por una variedad de amenazas.
Para los reptiles, éstas incluyen el cambio de uso de suelo y la sobreexplotación. Los peces de agua dulce son los más afectados por la sobreexplotación y la fragmentación del hábitat debido al desarrollo de la energía hidroeléctrica, que se prevé represente un desafío aún mayor en el futuro. En tanto, para los anfibios, las enfermedades y la pérdida de hábitat son las mayores amenazas.
De acuerdo con el informe, en América Latina y el Caribe la pérdida de biodiversidad se debe en 51.2 por ciento a los cambios de uso de suelo, incluyendo la pérdida de hábitat y la degradación de los suelos. Esto implica la modificación del medio ambiente donde vive una especie, por remoción completa, fragmentación o reducción debido a la agricultura insostenible, la infraestructura, el crecimiento urbano, la producción de energía y la minería. Para los hábitats de agua dulce, la fragmentación de ríos y arroyos y la extracción de agua son amenazas comunes.
En este sentido, también destaca la relevancia del suelo como un componente crucial del entornonatural, cuyo papel vital para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los que dependemos suele subestimarse.
Se advierte que sin la biodiversidad del suelo los ecosistemas terrestres pueden colapsar, pues hasta 90 por ciento de los organismos vivos de estos ecosistemas, incluidos algunos polinizadores, pasan parte de su ciclo de vida en estos hábitats.
El informe previene que la pérdida de biodiversidad amenaza también la seguridad alimentaria por lo que urgen acciones para transformar nuestro sistema alimentario mundial. El gran reto consiste en modificar las prácticas agrícolas y pesqueras, buena parte de éstas insostenibles, en unas que produzcan la comida nutritiva que requerimos y protejan y conserven la biodiversidad.
Para el caso de la agricultura esto significa la aplicación de prácticas agroecológicas, reducir el uso de químicos, fertilizantes y pesticidas así como proteger nuestros suelos y polinizadores. También alerta sobre el creciente riesgo de extinción de especies vegetales. De hecho, la cantidad de estas especies extintas documentadas dobla la suma de mamíferos, aves y anfibios extintos.
Se calcula que una de cada cinco especies vegetales (22 por ciento) se halla amenazada de extinción, en su mayoría en zonas tropicales. Su pérdida conlleva graves consecuencias, pues las plantas constituyen los pilares estructurales y ecológicos de virtualmente todos los ecosistemas terrestres.
Actualmente, la mayoría de los lugares sin huella humana se concentran en solo un puñado de países: Rusia, Canadá, Brasil y Australia. Ahí se encuentran las últimas zonas realmente vírgenes de nuestro planeta.
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