Si tienes un día malo, nada como poner una canción feliz para alegrarte el día. Todos lo hemos hecho alguna vez en la vida, ¿pero qué es lo que hay en esa canción que nos provoca tanto placer, uno que incluso podemos encontrar en melodías que no necesariamente son felices, sino más bien melancólicas?
"Es fascinante que los humanos puedan obtener placer de una pieza musical simplemente por cómo se ordenan los sonidos con el tiempo —dice Vincent Cheung, del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas, en Alemania—. Las canciones que encontramos agradables son probablemente aquellas que logran un buen equilibrio entre saber lo que sucederá después y sorprendernos con algo que no esperábamos. Comprender cómo la música activa nuestro sistema de placer en el cerebro podría explicar por qué escuchar música podría ayudar nos sentimos mejor cuando nos sentimos triste".
Investigadores del Instituto Max Planck analizaron 80 mil acordes de 745 canciones pop clásicas del Billboard de Estados Unidos para saber qué hace a una canción más agradable y comprobaron que el placer musical proviene de la combinación correcta de incertidumbre y sorpresa, según relatan en la revista Current Biology.
Cheung y sus colegas, acompañados por Stefan Koelsch, de la Universidad de Bergen (Noruega), utilizaron un modelo de aprendizaje automático para cuantificar matemáticamente la incertidumbre y la sorpresa de 80 mil acordes en las canciones pop de Billboard para descartar otras asociaciones con las canciones que los oyentes podrían haber tenido, los investigadores los despojaron de otros elementos, como letras y melodías, manteniendo solo las progresiones de los acordes.
La evidencia mostró que cuando los individuos estaban relativamente seguros acerca de qué acorde esperar después, les resultaba agradable cuando era sorprendidos. Por otro lado, cuando las personas no estaban seguras de qué esperar a continuación, les resultaba agradable cuando los acordes posteriores no eran sorprendentes.
"Aunque los compositores lo saben intuitivamente, el proceso detrás de cómo la expectativa en la música provoca placer aún era desconocido —explica Koelsch—. Una razón importante fue porque la mayoría de los estudios en el pasado solo observaron los efectos de la sorpresa en el placer, pero no la incertidumbre de las predicciones de los oyentes".
Los estudios de imágenes cerebrales que utilizan imágenes de resonancia magnética funcional encontraron que la experiencia del placer musical se reflejó en tres regiones cerebrales: la amígdala, el hipocampo y la corteza auditiva, regiones del cerebro que juegan un papel en el procesamiento de las emociones, el aprendizaje y la memoria, y el procesamiento del sonido, respectivamente.
En contraste, la actividad en el núcleo accumbens, un área del cerebro que procesa las expectativas de recompensa y que anteriormente se creía que desempeñaba un papel en el placer musical, solo reflejaba incertidumbre.
"En resumen —escriben los investigadores—, mostramos que el placer musical depende de la interacción dinámica entre los estados de expectativa prospectiva y retrospectiva. Nuestra capacidad fundamental para predecir es, por lo tanto, un mecanismo importante a través del cual las secuencias de sonido abstractas adquieren significado afectivo y transformarse en un fenómeno cultural universal que llamamos música".
Con base en los nuevos hallazgos, los investigadores dicen que la investigación cerebral futura podría considerar los roles combinados de incertidumbre y sorpresa en la apreciación de los humanos por otras formas de arte como la danza y el cine.
Los hallazgos también podrían ponerse a trabajar para mejorar los algoritmos de generación de música artificial, ayudar a los compositores a escribir música o incluso predecir tendencias musicales.
Su próximo paso es observar cómo fluye la información a través de diferentes partes del cerebro con el tiempo. Quieren saber por qué y cómo es que las personas que escuchan música a veces se les pone la piel de gallina.
"Creemos que existe un gran potencial en la combinación de modelos computacionales e imágenes cerebrales para comprender mejor no solo por qué disfrutamos de la música, sino también lo que significa ser humanos", concluye Cheung.
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