Si olvidaba inyectarme, mi mamá llegaba a la universidad con la insulina: Gisela Ayala

Entrevista

La directora ejecutiva de la Federación Mexicana de Diabetes quiso ser corresponsal de guerra, practica el “body combat”, es seguidora de las películas coreanas y tailandesas, y asegura que el cine mexicano actual “queda a deber”.

Estudió en la Septién y trabajó en la redacción de noticias de Canal Once. (Juan Carlos Bautista)
Cristina Ochoa
Ciudad de México /

Pocas personas tienen tan presentes las cifras sobre los índices de mortandad y los problemas relacionados con la diabetes como Gisela Ayala, directora ejecutiva de la Federación Mexicana de Diabetes (FMD).

Y su diagnóstico con diabetes mellitus tipo 1 (DM1) fue lo que la hizo dar el salto del periodismo a la gestión de una de las instancias especializadas en el tema más prominentes del país.

“Me diagnosticaron en el primer semestre de la carrera. Yo estudié periodismo en la Escuela Carlos Septién y trabajaba en la redacción de noticias de Canal Once. En esa época trabajaba y estudiaba para poder pagar mi carrera y pensé que era normal que estuviera tan cansada. Luego mi médico general me mandó a hacer análisis y, cuando recibí mis resultados, me dijo que tenían que hospitalizarme. Un endocrinólogo fue quien me dijo que era diabetes tipo 1.

“Estudié periodismo porque quería ser corresponsal de guerra y lo primero que pensé fue que sería muy difícil, que no podría hacerlo”, recordó.

Gisela quiso especializarse en periodismo sobre temas internacionales; sin embargo, el ritmo de vida que se lleva en las redacciones le impedían manejar horarios precisos para la aplicación de sus medicamentos.

“En las redacciones de noticias se maneja mucho estrés. Después de los ataques a las Torres Gemelas en 2001 mi horario cambió absolutamente y fue muy retador el control de la diabetes con una situación como esa. Ahí empecé a repensar mi vida. Cuando decidí que necesitaba irme a algo más tranquilo, mi médico me habló de la federación y empecé a trabajar como voluntaria, realicé una columna y así fue como comencé a especializarme en el periodismo, específicamente dedicado a este tema.

“Ahora la tecnología ha avanzado. Desde hace 27 años que me diagnosticaron todo ha cambiado mucho. Hoy hay un acceso mayor a medicamentos que te hacen la vida más fácil, pero si lo sabes usar, si no, es lo mismo”, explicó.

¿Cómo fue adaptarte a su tratamiento a esa edad?

Mi mamá fue un factor fundamental para adherirme al tratamiento. A veces se me olvidaba ponerme la insulina de la mañana y mi mamá llegaba hasta la universidad con el medicamento para que me la pusiera.

Siempre fui muy fiestera, pero yo no podía salir a una fiesta sin hacerme una medición de glucosa. En mi casa hubo mucha disciplina, aunque nunca me prohibieron algo. Eso fue algo que me ayudó mucho.

¿Cómo transcurre un día en la vida de Gisela Ayala?

Lo primero que hago es medir mi nivel de azúcar en sangre, luego tomo café y así inicio mi día. La decisión de lo que voy a desayunar se deriva de mi nivel de glucosa. El número de veces que mido mis niveles de glucosa en sangre depende de las actividades que tenga en el día y de cuánto estrés maneje. Hay ocasiones en las que hago la medición hasta 10 veces, en un día normal lo hago seis.

Hago Body combat cuatro veces a la semana, quisiera ir más. Los fines de semana hago mucho ejercicio y saco mucho estrés.

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Hace cinco años, luego de participar en la organización a través de la oficina de comunicación social, le ofrecieron la dirección ejecutiva de la misma, algo que la hizo dejar de lado algunas de sus actividades, aunque permaneció con su programa en Radio Educación.

¿Cuáles son los principales retos que enfrenta?

Uno de los principales ha sido aprender a separar mi puesto como tomadora de decisiones ante problemáticas, como la reducción de presupuestos para ayuda a personas en situaciones vulnerables, con la relación que tengo con mi enfermedad.

Nunca pensé dirigir una asociación civil que todos los días tiene retos importantes. He aprendido cosas buenas, también tristes y decepcionantes pero, sin duda, lo que hacemos aquí me gusta mucho, aunque no viviera con diabetes.

Cuando me ofrecieron quedarme con la dirección, lo que más me preocupaba es que no podría leer un estado financiero, así que empecé a tomar cursos.

En marzo la FMD cumplió 31 años, ¿qué hace falta por hacer?

Lo que buscamos es educación para las personas con diabetes, para que logren tener una mejor calidad de vida y ello se logra con un conocimiento de qué es lo que tienes, los tipos y, con base en eso, cuáles son los cambios en tus comportamientos que tienes que hacer, algo que no solo vive la persona.

Esto es un reto para quien la tiene, pero también para la sociedad y lo importante es ver cómo vamos a enfrentar ese reto.

¿Qué le gusta leer?

Me gusta destinar tiempo a un autor en específico, recientemente terminé con Haruki Murakami y actualmente estoy leyendo a Juan Villoro.

¿Qué hobbies tiene?

Soy gran fan del cine, sobre todo del coreano y tailandés, también me gusta mucho Netflix. Creo que el cine mexicano actual nos está quedando mucho a deber. Me gusta mucho el teatro, no me gusta la comedia, a menos que sea humor negro.