Un grupo de investigadores logró restaurar actividad celular y circulatoria en cerebros de cerdos que llevaban cuatro horas muertos, un hito digno de la ciencia ficción, pero que no prueba que sea posible la resurrección.
El estudio publicado en la revista Nature indica que en los cerebros estudiados no se detectó “ninguna actividad eléctrica que implicaría un fenómeno de conciencia o percepción. No son cerebros vivos, sino órganos cuyas células están activas”, aseguró uno de los autores del estudio, Nenad Sestan.
El investigador de la universidad de Yale, ubicada en Estados Unidos, dijo que el experimento demuestra que se “subestima la capacidad de restauración celular del cerebro”. Además, se sugiere que el deterioro de neuronas como consecuencia “del cese del flujo sanguíneo puede ser un proceso de larga duración”, según información de Nature.
Los cerebros de los mamíferos son muy sensibles a la disminución del oxígeno provisto por la sangre, cuando se interrumpe su flujo deja de estar oxigenado y los daños son irreparables.
Los científicos usaron 32 cerebros de cerdos muertos hacía cuatro horas. Gracias al sistema de bombeo BrainEx fueron irrigados seis horas con una solución a una temperatura equivalente a la del cuerpo (37 grados). La solución, sustituto de sangre, fue hecha para oxigenar los tejidos y protegerlos de la degradación del cese del flujo sanguíneo.
Los resultados fueron sorprendentes: disminución de la destrucción de las células, preservación de las funciones circulatorias e incluso restauración de una actividad sináptica (señales eléctricas o químicas en la zona de contacto entre neuronas).
Destacaron que el experimento permitirá comprender mejor el cerebro, estudiando de qué manera se degrada post mortem y abre la vía a técnicas para preservar el cerebro tras un infarto.
CUESTIONES ÉTICAS
Teóricamente, a largo plazo, este experimento puede servir para resucitar un cerebro muerto, algo por ahora imposible. “Los desafíos inmediatos que plantean estos resultados son ante todo éticos”, subrayó el profesor David Menon, de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, quien no participó en el estudio.
Reabre la cuestión “qué es lo que hace que un animal u hombre esté vivo”, afirman otros científicos en un comentario publicado paralelamente en Nature.
“Este estudio utilizó cerebros de cerdos que no habían recibido oxígeno, glucosa ni otros nutrientes durante cuatro horas. Por lo tanto, abre posibilidades hasta ahora inimaginables”, según Nita Farahany, Henry Greely y Charles Giattino, respectivamente profesora de Filosofía y especialistas de neurociencias.
El estudio puede poner en evidencia dos principios científicos, según estos expertos: “Primero, el hecho de que la actividad neuronal y la conciencia se paran definitivamente tras varios segundos o minutos de interrupción del flujo sanguíneo en el cerebro de los mamíferos.
“Segundo, el hecho de que a menos que se restaure rápidamente la circulación sanguínea se activa un proceso irreversible que lleva a la muerte de las células y seguidamente a la del órgano”, detallaron.
Estos tres expertos exhortan a establecer “directivas sobre las cuestiones científicas y éticas que plantea este estudio”.
Y ADEMÁS
¿QUÉ PASARÁ CON LAS DONACIONES?
Otro punto que se toca en el artículo de Nature, los expertos en bioética subrayan que el desarrollo de la técnica BrainEx puede, a largo plazo, perjudicar la donación de órganos.
Para un trasplante, la mayoría se extraen de donantes en estado de muerte cerebral. Si se considera que este estado es reversible, ¿qué sucederá con la donación?, cuestionaron.